OPINIóN
Elecciones 2019

Un sorpresivo resultado que condiciona la gobernabilidad futura

Alberto Fernández no ganó con la holgura que se preveía y por ello habrá un desafío mayor para él en materia de Gobernabilidad.

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Cristina Kirchner y Alberto Fernández, junto en el búnker. | Marcelo Escayola

Cuando los historiadores analicen el resultado de la elección presidencial 2019, seguramente destacarán que se trató de un resultado que se explica principalmente por dos factores:  

  1. El contexto económico recesivo que vino afectando la economía local, y que viene golpeando el bolsillo de los votantes, con casi 20 meses de caída sostenida del salario real;
     
  2. El nivel de unidad que el Frente de Todos logró en el espacio peronista, una unidad que le garantizó poder capitalizar gran parte de la mayoría de votos que venían juntando los candidato de extracción peronista en las últimas elecciones.

También se destacará del proceso electoral los vaivenes que se vivieron en materia de expectativas. Una oscilación que nos llevó de una expectativa de una victoria ajustada de la oposición en las PASO, cuando fue finalmente un triunfo holgado, a una expectativa de un triunfo holgado en las Generales, cuando fue finalmente un triunfo bastante más ajustado de lo que se preveía.

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Pero probablemente la principal conclusión que quedará de este proceso electoral es que la elección presidencial de 2019 no colaboró en suturar la fractura que tiene dividida a la sociedad argentina y que ha impedido que la clase política pueda lograr ciertos consensos básicos que le den al proceso económico márgenes de certidumbre que favorezcan el crecimiento y el desarrollo. Y ello va en detrimento de las posibilidades de reconstituir autoridad política y de fortalecer la gobernabilidad para reducir los efectos que la inestabilidad política está teniendo en una golpeada economía.

Una mala noticia para Alberto FernándezLo cierto es que la paridad del resultado electoral (la elección estuvo a 3 puntos de tener que resolverse en un balotaje luego de que el Frente de Todos ganara por amplio margen las PASO), es una mala noticia para Alberto Fernández por varios motivos:

En primer lugar, el 48% vuelve mas determinante los votos que aportó el kirchnerismo más puro a su triunfo, dejándole menos margen del que hubiera tenido si lograba superar con holgura el 50% para manejarse con autonomía del kirchnerismo y así construir un Gobierno con identidad propia.

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En segundo lugar, el resultado fortalece a una oposición que en un contexto económico extremadamente adverso, logra sacar el 40% de los votos. Una manifestación que deja clara evidencia que hay un amplio sector de la población que sigue manifestando niveles de rechazo a lo que el peronismo -y  en particular el kirchnerismo- representan y que no  estará dispuesta a congraciarse con Alberto Fernández, estando Cristina Kirchner a su lado.

Y en tercer lugar, un triunfo más ajustado del que se preveía repercute en la legitimidad de origen del nuevo Gobierno y lo expone a una necesidad mayor de consolidar su legitimidad en el ejercicio del poder, ofreciéndole a la gente respuestas rápido frente al contexto económico extremadamente adverso.

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Pero ninguno de todos esos factores es más importante que lo que todos esos factores juntos generan: que es que haya menores márgenes de Gobernabilidad para enfrentar las dificultades económicas que enfrenta la Argentina. ¿Por qué? Porque si hay que tomar decisiones impopulares, difíciles, habrá que lidiar:

  1. Con una oposición más fuerte que buscará capitalizar la oposición a esas medidas;
     
  2. Con un oficialismo más débil que el que se pensaba, que con su heterogénea composición, deberá hacer un esfuerzo mayúsculo de disciplina política para no condicionar a un Gobierno que estará urgido por la coyuntura económica.

Nadie podrá discutir que Alberto Fernández acaba de ganar de manera inobjetable la elección presidencial, pero no la ganó con la holgura que se preveía, ni con la que él hubiese deseado, y por ello habrá un desafío mayor para él en materia de Gobernabilidad.

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Por todo esto, quizá sea oportuno recordarle a Alberto Fernández aquel consejo que Barack Obama le diera a Mauricio Macri cuando recién asumía su Presidencia y debía afrontar las dificultades de la herencia recibida: tienes que tomar todas las decisiones difíciles al comienzo de tu gestión, porque nunca se está en mejores condiciones para sumir costos políticos que al comienzo del mandato. 

Habrá que ver si Fernández le hace caso a aquel consejo de Obama y toma el toro por las astas, o cae preso nuevamente de la tentación en la que sucumbió Macri, la de ir gradualmente resolviendo los problemas, o lo que es lo mismo, la de ir lentamente cavando su propia fosa.