En su libro Los fuera de serie (Outliers), Malcolm Gladwell repasa historias de éxito de algunas personas y personajes, entre ellos Bill Gates, Los Beatles, hasta –incluso– identificar los factores que distinguen a los pilotos que estrellan aviones de los que no. Todo parecería indicar, según el autor, que le prestamos demasiada atención al talento de estas personas una vez que alcanzan el éxito; pero muy poco consideramos el lugar de donde vienen, su cultura, familia, generación y las características de su educación.
Uno de los aspectos a los que arriba Gladwell se explicaría con la teoría de las 10 mil horas, tiempo en el que –supuestamente– cualquier persona puede dominar una disciplina con éxito: si realizamos una actividad como tocar el piano, pintar o pilotear un avión durante tres horas, al cabo de hacerlo durante diez años (todos los días) seguramente seremos buenos o exitosos en ello, si es que no nos abandonamos en el proceso.
Por otra parte, nos topamos con uno de los famosos pensamientos de Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes”, frase que –a priori– podría ser vista como opuesta al planteo de Gladwell. Cuántos negocios y profesiones han desaparecido (o se han visto sensiblemente afectados) durante estos últimos diez años por el surgimiento de nuevos modelos, nuevas formas de hacer las cosas o por surgimiento de sustitutos que lo hacen algo alternativo y mejor, lo que convierte en obsoletos a ciertos especialistas.
O, tal vez, ambos tengan razón. Probablemente, quienes tienen en claro su misión y rumbo, o a quienes los buenos resultados los han acompañado durante su historia, puedan aseverar que el postulado de Gladwell es adecuado; mientras que aquellos que no pueden mejorar su desempeño pese a haberse especializado en una materia se alineen mejor con el pensamiento de Einstein.
Con la teoría de las 10 mil horas podría permitirnos dominar perfecto una actividad
Una de las frases que más me gustan para exponer esta diferencia es que “un especialista es aquel que tiene todas las respuestas sobre un tema; mientras que un generalista es quien tiene todas las preguntas”. Esta definición parece explicar la aparente diferencia entre los pensamientos de Einstein y Gladwell.
Sin ser un perfil más importante que el otro, el especialista es un apasionado que está dispuesto a dedicar gran parte de su tiempo en la búsqueda de la excelencia en una disciplina, con el fin de dominarla con éxito. Pero ¿Los Beatles han sido exitosos por dedicar “10 mil horas” a perfeccionar su técnica? Si bien la teoría es conceptualmente lógica, no creo que responda a este interrogante, al igual que tampoco deba ser un precepto que deban cumplir los emprendedores o profesionales.
Mientras que en las artes o en las ciencias, por ejemplo, podemos decir que la teoría de las 10 mil horas podría permitirnos dominar la actividad a la “perfección”, en los negocios sobran muestras de grupos musicales o empresas que no necesariamente son “perfectas” en sus técnicas y –sin embargo– han logrado distinguirse y obtener un gran éxito comercial. ¿Cuántos bateristas, bajistas, guitarristas, pianistas y vocalistas mejores que cada uno de los integrantes de Los Beatles han existido y, sin embargo, no han logrado trascender como esa mítica banda?
Algunas de las ventajas de ser un especialista se asocian a que –en general– tienden a tener menos competencia y, con ello, una mejor paga. Además, al enfocarse en un área de estudio o práctica se les hace más fácil comprender y asimilar cualquier desarrollo que se dé en su campo. En el caso de los generalistas, las ventajas radican en que su amplitud de conocimiento los ayuda a ver las conexiones entre los diferentes actores o áreas y así encontrar soluciones que beneficien a todos. Además, esta amplitud de conocimiento y/o experiencia les permite evitar el aburrimiento y animarse a buscar nuevos desafíos en cualquier sector, adonde la flexibilidad, la comunicación y la resolución de problemas son valorados.
Hay que entrenar nuestra capacidad de aprender, desaprender y reaprender
Por otra parte, entre las desventajas de los especialistas se encuentran el potencial de volverse obsoletos, o de ser reemplazados por tecnología. Además, debido a que poseen conocimientos y habilidades muy específicos, también puede ser un desafío para ellos encontrar puestos vacantes o trabajos fuera de su campo, aunque cuando lo encuentran pueden conservarlo por muchos años, ya que son apasionados por lo que hacen.
En el caso de los generalistas, entre sus desventajas se encuentran la dificultad de mostrar su valor, debido a no ser expertos en un campo o habilidad en particular, salvo que sepa promocionarse mostrando el beneficio de tener múltiples habilidades y conocimientos como, por ejemplo, la innovación y resolución de problemas. Otra de las desventajas se relaciona con que tienden a ser más fácilmente reemplazables que un especialista, lo que les reduce la “seguridad” laboral (más allá de que puedan, luego, tener más facilidad para conseguir un nuevo trabajo). Finalmente, estos perfiles generalistas terminan por “quemarse” con mayor facilidad que los especialistas, si utilizan con frecuencia múltiples habilidades en una variedad de tareas, por lo que si eligen un puesto con expectativas claras y consistentes pueden ayudar a prevenir este agotamiento.
Actualmente, el contexto incierto, cambiante y veloz está requiriendo un rol híbrido, algo así como un “generalista especializado”. Estos perfiles son los de personas que poseen una mente abierta, un enfoque multidisciplinario y son capaces de adquirir rápidamente habilidades y conocimientos especializados mediante el aprendizaje continuo. Para esto, la humildad para aprender, la disciplina para hacer y la flexibilidad y resiliencia para transformarse parecen ser los ingredientes que aportan su justo blend de forma de asegurar que –tanto a un perfil como al otro– puedan adaptarse, subsistir y desarrollarse en la nueva realidad.
Todo depende de cada uno de nosotros, como responsables de desarrollar nuestra capacidad de aprender, desaprender y reaprender de forma continua, algo que debemos entrenar para sobrevivir como profesionales, como organizaciones y como sociedad.
*Ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital.