OPINIóN
Cumbre del G7

¿Quién será el arquitecto de la reconstrucción mundial?

Cumbre del G7 20220627
Cumbre del G7. | AFP

El martes 28 de julio pasado concluyó en Alemania la cumbre del G7, una más de las múltiples cumbres que pueblan la nutrida agenda anual de encuentros de alto nivel diplomático. Prestar atención a los temas discutidos en este tipo de reuniones permite comprender cuáles son las preocupaciones del bloque en cuestión. Así, la agenda de este último G7 sugiere que al grupo de democracias liberales más ricas del mundo le preocupa particularmente el ascenso de China en el escenario mundial y cómo ese ascenso podría redundar en la pérdida de centralidad (política y comercial) de los que hasta ahora eran los “poderosos” del tablero mundial. Esto no es ninguna novedad, pero pone de relieve la importancia que está adquiriendo en el mundo post-pandémico cómo se va a llevar adelante la recuperación económica y (sobre todo), quién va a liderar esa tan necesitada reconstrucción.

Tal vez lo más notable de la disputa es que la “guerra fría” entre ambos polos de poder ya es completamente abierta. A diferencia de algunos años atrás, hoy los intereses de los actores no se esconden detrás de frases ensayadas y pases de baile diplomáticos. En efecto, el rasgo más saliente de la reunión en los Alpes bávaros fue el anuncio de que el G7 ofrecerá a las naciones en desarrollo seis mil millones de dólares en fondos de infraestructura para 2027 a través del Partenariado para la infraestructura e inversión globales, un esfuerzo que busca competir con la gigantesca Iniciativa de la Franja y la Ruta, conocida por sus siglas en inglés BRI (Belt road initiative).

Adicionalmente, el G7 apeló a un discurso con fuerte tono normativo para intentar mantener a ciertas regiones del mundo (entre ellas América Latina) en el redil occidental. El presidente estadounidense Joe Biden, por ejemplo, hizo énfasis en que el paquete de ayuda económica que ofrece el G7 se basa, además, en una serie de valores compartidos entre los que se encuentran la democracia, los derechos humanos, la transparencia y la protección al medio ambiente. El mensaje es claro: la apuesta china puede parecer tentadora en términos económicos, pero esconde tras de sí valores ajenos a occidente. Los líderes del G7 buscan alertar especialmente sobre los condicionamientos que pone China a sus multimillonarios préstamos, haciendo énfasis en lo que da en llamarse “Diplomacia de la trampa de deuda” en la que los países destinatarios de la ayuda china terminan enmarañados como deudores de Pekín. La disputa por el control del mundo que se avecina es tan evidente que la reunión del G7 mereció una respuesta diplomática china, que protestó por la mala reputación que desde el G7 se hace de la iniciativa de la Franja y de la Ruta.

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Esta nueva disputa por la hegemonía global sorprende a la región latinoamericana en un contexto delicado. Nuestra región se encuentra en una situación de estrecheces económicas, inestabilidad política y alta agitación social. Los avances económicos de las ultimas dos décadas se han ralentizado (pandemia mediante), pero las demandas ciudadanas por más y mejores servicios públicos se han acrecentado. La combinación entre mayores demandas y bajas capacidades estatales ha probados ser dramática para los liderazgos latinoamericanos, amenazados por protestas callejeras y la posibilidad cierta de perder las elecciones (desde 2018 a la fecha, no ha habido ningún oficialismo que pudo reelegir en la región).  Este cóctel de inestabilidad redundó en una muy baja capacidad de concertación entre los líderes regionales. Hoy América Latina tiene instituciones regionales deslucidas y muy baja capacidad de coordinación entre sus países para hacer frente de manera inteligente a la disputa de la que (aunque no quiera) será parte. En este sentido, llega al mundo pospandémico en una situación de debilidad, con dificultades para elaborar una estrategia común y con baja capacidad de aprovechar el contexto mundial.  

La cumbre del G7 ha desnudado la disputa que está ocurriendo para controlar quién será el arquitecto de la reconstrucción pospandémica. América Latina debe evitar quedar presa de esa disputa de maneras que la perjudiquen.

*Director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales UTDT.