OPINIóN
Crisis de reputación

Johnny Depp: ¿y si en serio es inocente?

Aún cuando las acusaciones de Amber Heard sean todas mentiras, la opinión pública e Internet siempre las recordarán.

Johnny Depp
Johnny Depp | Cedoc

Mi prima Pili solía decir que el actor más lindo del mundo era Johnny Depp. Por cierto, no era la única. Millones de mujeres (¡y hombres!) pensaban y piensan lo mismo.

La belleza y carisma de Depp no fueron un dato menor en el juicio que está terminando por la supuesta difamación de su ex esposa, Amber Heard, en una columna de opinión del Washington Post en 2018, en pleno auge del movimiento Me Too. Gran parte de la opinión pública se volcó a favor de él, sin tener demasiados datos sobre sus posibles actitudes agresivas en la vida cotidiana (en realidad sólo sus allegados pueden tenerlos).

Pero si bien eso lo benefició, también hay una contracara. Aún cuando la sentencia sea finalmente favorable al Pirata del Caribe, la exposición en los medios y la repercusión en las redes sociales provocará que, durante años, en Google se encuentre su nombre ligado a las palabras maltrato, violencia, abusos, etc. Como decía un sacerdote de mi barrio "donde está tu fortaleza está tu debilidad".

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Pensemos por un momento la hipótesis (por nosotros totalmente incomprobable) que, tal como declara, Johnny Depp sea total y absolutamente inocente.

¿Cómo debe manejarse un tema así? ¿Cómo salir bien parado de una difamación semejante? Este ejercicio nos sirve no sólo para pensar en este caso en particular, sino para cualquier situación similar.

En primer lugar, nadie sale igual de una crisis de reputación (ni una empresa, ni una ONG, ni una persona pública, ni nadie). Así las acusaciones sean todas mentiras, siempre será un aspecto que la opinión pública recordará y si no lo recordara siempre estará internet para hacerlo (el derecho al olvido está muy lejos de ser una realidad).

En segunda instancia, siempre (¡siempre!) hay que hacer una presentación judicial. Sea una denuncia, una autodenuncia o cualquier otro tipo de presentación (según sea el caso), hay que asentar el tema en la Justicia y contarlo. Esto no lo aprendí de ningún teórico de relaciones públicas sino de un sacerdote (el segundo que menciono en esta columna) que llevó esa idea a la práctica. Recurrir al poder judicial, no sólo es lo que corresponde sino que, además, suma credibilidad.

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Por último, hay que medir muy bien el alcance de la noticia inicial. Si bien hay que ir a la Justicia y dar la cara ante la gente, ojo con sobreactuar. Quien lo hace, corre el riesgo de que una porción importante de la opinión pública se entere de la acusación a través de su desmentida, generando un efecto contraproducente.

A esta altura del partido, pareciera que Johnny Depp ya debe tener claro que este es un tema con el convivirá por muchos años y que hizo lo correcto en denunciar a Amber Heard. La duda es ¿no se le fue el show de las manos?  Si bien la batalla por la opinión pública la ganó, aun cuando también ganara el juicio, pagará un precio elevado e innecesario.

Ante el menor problema que tenga en el futuro, las crónicas volverán una y otra vez sobre este tema que tuvo tan alto y desmesurado perfil (trasmisión del juicio en directo durante seis semanas, trending topics todos los días, etc.) y sobre el que ya hay cientos de notas y datos en el ciberespacio. Y eso será hasta el infinito. Pareciera ser que el plan se centró en ganar el juicio y en los favores de la opinión pública hoy, pero no se pensó en el futuro, hipotecando en exceso su reputación. Fue una mirada muy táctica (corto plazo) carente de plan estratégico (largo plazo). Quizás el actor confió demasiado en los abogados y eso, amigos, nunca es bueno.

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Para terminar esta columna, consideré tres finales posibles: uno serio, uno romántico y  uno superficial. Como no me decidí, lo dejo a elección de los lectores...

Final serio: la violencia doméstica, en todas sus formas, es un flagelo. Que los actos pertenezcan al ámbito privado (donde suceden la inmensa mayoría de los abusos), hacen muchas veces difícil su esclarecimiento y, a partir ello, su prevención a futuro. Un correcto y equilibrado manejo de la comunicación por parte de periodistas, abogados y asesores, sumaría mucho a las causas. Convertirlas en un show de Hollywood, en cambio, provoca todo lo contrario..

Final romántico: ojalá triunfe la postura de Elon Musk, quien deseó que ambos sigan adelante ya que, en su mejor momento, cada uno de ellos es increíble.

Final superficial: espero que esta columna no traiga tantos problemas como la de Amber Heard (jeje).