La realidad argentina nos fuerza a ampliar el alcance del término sustentabilidad, para expandirlo a otros campos además del ecológico, por ejemplo, el político. La sustentabilidad es la capacidad de algo para sostenerse a lo largo del tiempo sin agotar sus recursos o perjudicar el medio ambiente (que incluye especialmente a las personas, según nuestro criterio). En resumen, la sustentabilidad se enfoca en la administración eficiente y racional de los recursos, sin comprometer el equilibrio socio ecológico.
Exploremos los 7 principios básicos de la ecología: la interdependencia, el reciclaje, el flujo de la energía del sol, la asociación, la flexibilidad, la diversidad, la co-evolución, y como consecuencia de ellos, la sostenibilidad (Capra & Pauli, 1995).
Sin hacer mucho esfuerzo analítico observaremos que el vector común a todos es el humano. Es decir, es el humano el “efector” (que hace que las cosas sucedan para bien y para mal). En este contexto, ponemos en debate si el concepto de sistema socioecológico podría representar una forma nueva de expresar el vínculo entre humanos y no-humanos en los ecosistemas, y si pudiera llegar a ser una nueva manera de abordar la interacción del “factor humano” con el entorno.
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También debemos preguntarnos si esta conceptualización podría ofrecer un “puente” para entender la necesidad de crear un “ministerio de capital humano”. Luce sin dudas, que esta novedad de la organización del Estado apunta al desempeño de un rol estratégico en el éxito de su inserción en el ecosistema socioecológico.
Dicho esto, considero relevante detallar algunas de las funciones en las que debiera enfocarse:
-Visibilizar y Potenciar el talento ocioso: Esto implica brindar oportunidades de crecimiento y capacitación que permitan alcanzar su máximo rendimiento tanto individual como colectivo.
-Fomentar la creatividad social: La creatividad es esencial para la innovación y el éxito en situación de crisis. Por lo que se debe crear un entorno que promueva la creatividad, alentando a proponer ideas nuevas y soluciones innovadoras.
-Favorecer el aprendizaje continuo (aprender de los errores del pasado): En un entorno doméstico y global en constante cambio, el aprendizaje continuo es crucial. Se deben diseñar programas de capacitación y desarrollo que mantengan actualizados los conocimientos y habilidades.
-Cultura de colaboración y empoderamiento: La colaboración y el empoderamiento son fundamentales para el trabajo en equipo y la productividad. Se debe fomentar una cultura que valore la cooperación y dé a todos los actores sociales la autonomía para tomar decisiones y asumir responsabilidades.
-Personal adecuado para cada proyecto: El ministerio debe colaborar con los líderes de proyectos para identificar el perfil adecuado de los actores que participarán en cada proyecto. La elección acertada de los miembros del equipo es esencial para el éxito de las iniciativas
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-Diseñar programas que motiven y entusiasmen: Se debe crear programas de incentivos y reconocimientos que motiven a los actores a dar lo mejor de sí y sentirse valorados en su trabajo.
-Ambiente de trabajo que impulse la innovación y la creatividad: La cultura y el ambiente influyen en la capacidad de la empresa para fomentar la innovación y la creatividad. Se debe trabajar para crear un entorno en el que se aliente la generación de nuevas ideas y se premie la iniciativa.
- gestión del talento debe estar en línea con las prácticas ágiles: En un mundo cambiante, las organizaciones deben ser ágiles para adaptarse rápidamente. Se debe asegurar de que la gestión del talento esté alineada con las prácticas ágiles para responder de manera efectiva a las necesidades de la crisis y los cambios en las habilidades requeridas.
La creación de un Ministerio de Capital Humano no debe ser un mero cambio semántico, sino un verdadero giro copernicano en la gestión del Estado. Los argentinos ¿Estamos preparados para este cambio de mindset político?
