OPINIóN
Milagro Sala

Una reflexión acerca del uso político de los medios públicos

Cuál es el rol y los desafíos de los medios públicos.

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La líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala. | Télam

El pasado lunes 15 de agosto el programa “Desiguales”, que se transmite por la Televisión Pública, dedicó más de media hora a entrevistar a la multiprocesada y condenada Milagro Sala; todo ello en un intento forzado de justificar los hechos de corrupción y el retiro de dinero en efectivo de un banco, todo grabado y de público conocimiento.

Lamentablemente, el uso partidario de los medios públicos viene siendo una constante en los gobiernos Kirchneristas, un comportamiento que nos lleva a la inevitable pregunta acerca de cuál es el fundamento de su existencia.

John Stuart Mill en su libro Sobre la libertad asevera que la condición esencial de la verdad es la diversidad de opiniones. Decía que nadie está en posesión de toda la verdad y que en todo tema en que la diferencia de opinión es posible, la verdad depende de un equilibrio entre dos sistemas de razones contradictorias.

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En pos de la búsqueda de la verdad o en el mayor acercamiento hacia ella, es que la Ley de Medios previó como objetivo fundamental de los medios públicos la pluralidad de puntos de vista y el debate pleno de las ideas. La falta de diversidad de opiniones constituye sin lugar a dudas una restricción al derecho de libre expresión.

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En los medios públicos la pluralidad de voces consiste en reflejar adecuadamente las diversas opiniones existentes en la sociedad. Lo que es distintivo del servicio público que deben brindar se relaciona con la diversidad de contenidos, con el pluralismo político y social, con la innovación y creatividad; y con el nivel de excelencia ética que deben promover, para que quienes los vean, lean o escuchen puedan formar sus propias opiniones.

En resumidas cuentas la función de los medios públicos debería ser la de forjar un vínculo con la ciudadanía que les permita ser concebidos como una alternativa válida para reducir brechas sociales e igualar oportunidades a partir de la generación de contenidos educativos, culturales y sociales dinámicos que sean considerados un activo por la sociedad. Deben brindar información veraz, cierta, plural y objetiva y para ello es requisito sine qua non la independencia de controles políticos y de los gobiernos de turno.

Los actuales medios públicos tienen grandes desafíos por delante. Una gran parte de la sociedad argentina los percibe como un grupo de “privilegiados”, encabezados por históricos jerarcas sindicales que se dicen dueños del canal y lo manejan a su gusto y placer; y que no brindan un servicio público de calidad a los ciudadanos que con sus impuestos los sostienen.

Lamentablemente el código de ética aprobado por las autoridades de Radio y Televisión Argentina S.E. antes de la designación de los Directores de la oposición no ha colaborado en modificar esa imagen. Ese plexo normativo omite hacer mención a la diversidad de opiniones, a la pluralidad de voces y a la búsqueda de la verdad.

Fue una simple y decadente utilización de un canal público para hacer una defensa de una persona condenada por hechos de corrupción y muy cercana al Presidente Alberto Fernández y a la Ex Presidente Cristina Kirchner.

En este contexto no debe resultarnos extraño lo sucedido en la entrevista realizada a la señora Milagros Sala en el Programa “Desiguales” a la que hicimos referencia al principio de éste artículo. Aún cuando los periodistas y Sala trataron de justificar las aberraciones cometidas, el verdadero problema radica en la ausencia de la ya mentada diversidad de opiniones. Dicho en forma más sencilla, la conducta reprochable no es la entrevista a Milagros Sala en sí, sino que las actuales autoridades den a esas opiniones el valor de “verdad” y no se consideren necesarias otras opiniones, como por ejemplo, la del fiscal que intervino en la causa o del Gobernador de la Provincia de Jujuy, acusado por Sala como el autor del armado de una causa judicial.

No hubo diversidad de opiniones, no hubo pluralidad de voces, no se trató de un contenido balanceado y menos objetivo. No hubo siquiera un atisbo por intentar conocer la verdad sobre el tema. Por el contrario, fue una simple y decadente utilización de un canal público para hacer una defensa de una persona condenada por hechos de corrupción y muy cercana al Presidente Alberto Fernández y a la Ex Presidente Cristina Kirchner. Es decir, los medios públicos actuaron como auténticos aparatos de propaganda y defensa de los intereses del gobierno de turno.

Así administrados, los medios estatales no brindan servicio público alguno, no le hacen bien a la sociedad en su conjunto y no cumplen la finalidad para los que fueron creados. En un país con casi la mitad de la población bajo la línea de pobreza, y con un funcionamiento tan deficiente, es hora de preguntarnos si tiene sentido seguir bancando estos medios públicos.

*Director de Radio y Televisión Argentina S.E. en representación de la segunda minoría parlamentaria (Pro).