Dentro del campo de la salud existen los denominados "gigantes de la geriatría", grandes síndromes que suelen amenazar la autonomía en la tercera edad. Sin embargo, a la hora de abordar la prevención de caídas, los especialistas remarcan una premisa fundamental para cambiar el pronóstico: aunque estos eventos son frecuentes, bajo ninguna circunstancia deben naturalizarse ni considerarse una consecuencia inevitable del proceso de envejecimiento.
Inmovilidad, inestabilidad, caídas, incontinencia urinaria, deterioro cognitivo, iatrogenia, depresión, desnutrición y fragilidad, síndromes que conforman el mapa de riesgo para la salud del adulto mayor y que requieren una mirada integral para evitar que vulneren la autonomía del paciente.
El riesgo de caer no solo depende de la biología, sino también del entorno. Si bien factores internos como la fragilidad muscular, los mareos, enfermedades como el Parkinson o la propia medicación predisponen al adulto mayor, el escenario donde se mueve es vital. Un piso mojado, una alfombra sin fijar o un ambiente oscuro pueden ser causas inmediatas. Desde la falta de antideslizantes en la bañadera hasta el uso de calzado incorrecto— surge una premisa fundamental para la prevención: en gran parte de los casos, el problema no reside en el envejecimiento, sino en que el hogar no está preparado para acompañarlo.
Caídas, un riesgo evitable
Uno de cada tres adultos mayores sufre al menos una caída al año.
Lejos de ser eventos menores, estas situaciones constituyen un riesgo para la vida del adulto mayor, las consecuencias van desde fracturas y postración, hasta la pérdida de la independencia funcional y, en casos severos, la muerte. Además, los especialistas advierten que una caída puede ser la forma en que se manifiesta una enfermedad, actuando como una señal de alarma de otros síndromes.
La buena noticia es que la gran mayoría de estos accidentes pueden prevenirse si se adoptan medidas forma anticipada que previenen problemas futuros antes de que sucedan.
La prevención comienza con un enfoque de "cuerpo activo y mente segura".
-Se recomienda realizar ejercicios suaves, como caminatas, elongación y fortalecimiento de piernas, fundamentales para mejorar la respuesta muscular.
-Desde el punto de vista clínico, control anual o semestral con su médico, es vital el control anual de la vista y la audición, así como el monitoreo de la presión arterial para evitar mareos al levantarse.
-El médico, debe supervisar la medicación para evitar la inestabilidad causada frecuentemente por los psicofármacos o el consumo de más de tres medicamentos.
Finalmente, adaptar el entorno es tan importante como cuidar el cuerpo. Para lograr un hogar seguro, las recomendaciones son precisas:
-Iluminación: Colocar buenas luces en todos los ambientes, especialmente para la noche.
-Obstáculos: Retirar alfombras sueltas, cables y cualquier objeto del piso que interrumpa el paso.
-Baño: Instalar barras de apoyo y utilizar sillas estables.
-Vestimenta: Usar ropa cómoda que no se arrastre y calzado cerrado con suela antideslizante, evitando siempre caminar solo con medias.
Qué hacer ante una caída
Si a pesar de la prevención el accidente ocurre, no entrar en pánico. Si la persona se siente bien, debe intentar moverse despacio y evitar levantarse bruscamente; pero si hay dolor o imposibilidad de incorporarse, es crucial quedarse quieto y pedir ayuda. Para quienes viven solos, tener siempre un teléfono al alcance para llamar a emergencias.
Cuidarnos no significa dejar de movernos, sino hacerlo con confianza y seguridad. Prevenir las caídas es, en última instancia, ganar autonomía, tranquilidad y calidad de vida.