El operativo seducción duró once días. En total fueron más de veinte horas de chats en Facebook. Con promesas, fotografías cruzadas, confesiones subidas de tono y deseos a flor de piel. De un lado estaba el gabinete completo de la Unidad de Ejecución de Capturas de la Bonaerense, que siguió minuto a minuto el avance de la falsa relación. Y del otro un huidizo secuestrador que en su última acción había cobrado un millón de pesos por el rescate del hijo de un supermercadista chino.
El instinto seductor de L.R.(29), el único prófugo de una banda que es investigada por otros secuestros ocurridos en la zona oeste del conurbano bonaerense, no le sirvió esta vez para sumar una nueva conquista. La cuenta falsa de una mujer exuberante lo dejó al descubierto. R. había modificado su fisonomía. Se alejó de sus amigos más cercanos. Y hasta se cuidó de sus familiares. Sabía que estaba siendo buscado por la Policía. En marzo pasado encabezó el secuestro del hijo de un supermercadista chino. Siete de los ocho miembros de su organización ya habían sido detenidos. Sólo faltaba él.
Las cámaras de seguridad del local en el que fue capturada la víctima lo tomaron de frente. “Es el hombre que lo toma del cuello y se lo lleva por la fuerza”, asegura a PERFIL un jefe policial que encabezó la investigación.
La banda de L. R. actuó con la seguridad que brinda un dato certero: otro supermercadista chino, que también está detenido, habría aportado información de la víctima y de los ingresos de su padre. Según fuentes policiales, el menor estuvo cautivo dos días. Su familia tuvo que pedir dinero prestado para cumplir con las exigencias de los secuestradores. Con la ayuda de otros supermercadistas del mismo origen consiguió reunir el millón de pesos que le habían pedido como condición para liberar a su hijo.
El Gabinete de Antisecuestros de Morón monitoreó las negociaciones e intervino en el pago del millonario rescate. Recién cuando la víctima fue liberada iniciaron los operativos. En pocas semanas demoraron a siete presuntos miembros. Faltaba L.R..
El último domicilio conocido del prófugo era Moreno, donde residen sus padres. En Munro vive su hijo y en Merlo el resto de su familia. La búsqueda durante los primeros meses se concentró en esas tres localidades. Sin pistas firmes, los detectives comenzaron a analizar otras alternativas. Así confeccionaron un mapa con sus contactos más frecuentes y empezaron a rastrearlos en Facebook, una fuente de información inagotable. Así dieron con su cuenta que llevaba un nombre falso. Una foto que subió junto a su hijo en un local de comidas rápidas de Merlo confirmó que estaban frente al secuestrador que buscaban.
“Teníamos sólo nombres perdidos. Empezamos a seguir a sus familiares y sus contactos más cercanos hasta que pudimos detectar una cuenta suya en Facebook”, explica a PERFIL el subcomisario Leonardo Pérez, a cargo de la Unidad Operativa de Ejecución de Capturas.
La cuenta creada por los sabuesos no tenía nombres propios: le pusieron “vidaaa y amor” y cargaron una foto de una mujer con buenos atributos. No falló. Según las fuentes consultadas, R. desconfió en las primeras conversaciones. Ella se hizo la interesante hasta que días después le pasó el número de su celular. Recién cuando habló con su nueva amiga –en realidad una mujer policía que ganó protagonismo en la historia– comenzó a sacarse las dudas.
El operativo seducción entraba en su etapa final. Como si fueran dos adolescentes arreglaron encontrarse en la plaza del centro de Moreno, ubicada en las calles Libertador, entre Mitre y España. Fue el jueves de la semana pasada, a las 19. L. R. llegó un rato antes con un amigo. Quería conocer el terreno. Se encontró con un puesto de panchos, un vendedor ambulante y empleados de limpieza recogiendo desperdicios. Cuando finalmente fue al encuentro de su nueva conquista, los “extras” se identificaron como policías. Lo corrieron y lo tiraron al piso. Le mostraron la orden de detención. Y le leyeron sus derechos.
La red social, el motor de muchas pesquisas
Facebook es una herramienta inagotable que no sólo sirve para recuperar a un viejo amor. Hace varios años que es el motor de muchas investigaciones preliminares. Como el caso de L.R., el secuestrador que fue seducido por una mujer policía y detenido en una cita a ciegas, existen varios antecedentes recientes.
Hace tres meses un convicto que escapó de la cárcel de Magdalena mostró su costado más débil en la red social, donde fue seducido al punto de pautar un encuentro que lo devolvió a prisión. “Voy a ir de jeans y remera blanca. Nos vemos en la Plaza Belgrano de La Plata, a las tres de la tarde”, le escribió una mujer policía que simuló ser una estudiante universitaria del interior. El evadido esperó a su amiga virtual en el banco. Pero ella nunca llegó. En su lugar, una comitiva policial lo detuvo y entregó al Servicio Penitenciario Bonaerense.