La logística y la capacidad operativa indican cierto grado de profesionalismo, poco común en las organizaciones que operan en la actualidad en Mar del Plata. La nueva “Superbanda”, que volvió a instalar el fantasma de los secuestros extorsivos, habría dejado de operar a partir de los múltiples allanamientos y de las seis detenciones practicadas en las últimas horas. Sin embargo, seis hombres todavía permanecen prófugos y otros tres no pudieron ser identificados.
Según fuentes policiales consultadas por PERFIL, la gavilla que obligó a modificar la estrategia de seguridad en la ciudad balnearia y que movilizó centenares de efectivos de distintas fuerzas (ver aparte) está siendo investigada por seis secuestros, entre ellos, el caso más resonante: el ataque que sufrió Guido Materia, el hijo de un poderoso empresario por cuyo rescate su familia pagó 150 mil dólares.
La estructura de la organización sorprendió a los pesquisas. Sobre todo por la diversidad de funciones que tienen sus miembros. De acuerdo con las fuentes, la banda cuenta con un grupo que se dedica a conseguir los autos y otro que provee los equipos de comunicación. Pero también tienen pequeñas células que se encargan de cuidar a la víctima, cobrar el rescate y hasta hacer tareas de vigilancia para alertar frente a algún imprevisto.
Leonardo Miguel Parisotti estaría a cargo de la inteligencia. Eduardo Maximiliano Goncebatte, alias “Gordo Maxi”, sería el negociador. Cristian Ramiro Gómez, conocido como “el Boli”, se dedicaría a conseguir los autos. Jesús Alberto Veliz oficia como cuidador. Atilio “el Oreja” Ravainera sería el encargado de cobrar el rescate. Y Ulises Saúl Arbizu, alias “Kuky”, trabajaría como observador o satélite. Los seis están prófugos y con pedido de captura nacional e internacional.
“Funcionan como un clan familiar, pero son amigos entre sí”, cuenta a PERFIL un vocero vinculado a la investigación, que aclara que comenzaron a especializarse en secuestros “por una cuestión económica”. En realidad, los supuestos miembros de la organización comenzaron con delitos contra la propiedad.
“Es una banda que antes realizaba todo tipo de delitos. Entraderas, robos calificados e ingresos a las propiedades. Después deciden organizarse y juntarse”, amplía la misma fuente. “La organización no cuenta con una cabeza central, no hay un líder determinado, pero serían los encargados de la logística y la negociación, quienes se encuentran prófugos”, explica a este diario.
Hasta el momento, los investigadores pudieron acreditar tres de los seis casos denunciados en Mar del Plata.
La pista para vincular estos hechos surgió a partir del análisis de la voz del negociador (algo así como el famoso gangoso que actuó en los secuestros más resonantes de la década pasada). Según las fuentes, sería el Gordo Maxi, uno de los seis prófugos.
Otra particularidad que llevó a los detectives a vincular los hechos tiene que ver con la manera en la que mantienen secuestrada a sus víctimas. Los captores realizan una “posta de autos”, para evitar que la policía pueda intervenir durante las negociaciones. Según las fuentes, la organización no cuenta con una cueva acondicionada para prolongar el secuestro. Para ellos, lo más importante es el perfil de los familiares de sus víctimas, con quienes deben negociar el pago de un rescate importante en menos de cuatro horas.
Los voceros destacaron que el grupo cuenta con un alto poder de fuego. En los últimos 25 allanamientos realizados en distintos puntos de Mar del Plata se incautaron de 17 armas de fuego de distinto tipo y calibre, y un total de 1.126 municiones (803 proyectiles y 323 cartuchos). También secuestraron 61 teléfonos celulares, con los que presuntamente se mantenían conectados y realizaban las negociaciones.
Los detectives saben que los seis prófugos tienen dinero suficiente como para seguir en esa condición, y también que en cualquier momento pueden volver a operar.
Ciudad blindada
La banda que estaría detrás de los últimos secuestros en Mar del Plata provocó una suerte de “estado de sitio” en la ciudad , obligó a las autoridades a replantear la estrategia de seguridad y movilizó cientos de efectivos de distintas fuerzas.
La crisis tomó estado público a partir del secuestro que sufrió Guido Materia (23), el joven estudiante universitario que fue raptado el martes 27 de agosto pasado.
Los captores sabían de quién se trataba y en qué momento debían secuestrarlo. Lo interceptaron en un intervalo entre cursada y cursada. Ese día, Guido estaba en la Universidad Caece, en el barrio Stella Maris.
La banda lo subió por la fuerza a un auto y desapareció en cuestión de segundos. Durante cuatro horas negociaron el pago de un rescate. Primero pidieron un millón de dólares, pero finalmente terminaron aceptando 150 mil dólares. Cuando su familia pagó el rescate, el chico recuperó su libertad.
El caso desató una crisis y motivó el desembarco de 800 efectivos: 600 policías bonaerenses y 200 gendarmes saturaron la ciudad. En el último mes, los investigadores avanzaron en la recolección de pruebas y realizaron 25 allanamientos. En los operativos fueron capturados seis de los presuntos miembros de la organización. Desde entonces, no se reportaron nuevos casos.