La cámara penal de Chilecito, La Rioja, condenó ayer a 18 años de prisión efectiva al hotelero Alcides Cuevas por encontrarlo responsable del homicidio simple de la ciudadana suiza Annagreth Wrgler, en la noche del 29 de agosto de 2004.
En cambio, absolvió a los restantes imputados Miguel Narváez (partícipe necesario), Mario Machuca y Amanda Gordillo (encubridores). El fiscal Darío Illanes había pedido el máximo de la pena para Cuevas, la absolución de Narváez y la condena a 5 años de prisión para los otros dos.
La audiencia del juicio por la desaparición y la muerte de la turista suiza contó con la presencia del padre de la joven, llegado especialmente para presenciar el veredicto, y también estuvo Pía Gallegos, cónsul de su país en la Argentina. Jurg Würgler y la cónsul suiza estuvieron sentados en la sala, que estaba colmada de gente, entre quienes también se encontraba la esposa de Cuevas, con carteles que exigían "justicia" y declamaban la "inocencia" de su marido.
Wurgler ya había estado en La Rioja en 2004 con la esperanza de encontrar con vida a su hija, pero ante la falta de resultados en la investigación, regresó a su país.El tribunal presidido estuvo presidido por Mario Pagotto e integrado por los conjueces civiles Sofía Nader de Bassani y Rodolfo Rejar.
En este juicio, los imputados son Alcides Cuevas, un ex hotelero de Pagancillo quien recibió la pena de 18 años de prisión, su ex chofer Miguel Narvaez, quien quedó absuelto; y Amanda Gordillo y Mario Machuca, quienes también quedaron absueltos pese a que sobre ellos pidieron cinco años de cárcel.
Durante el debate, el fiscal Darío Illanes dio por acreditado que tras recorrer distintos puntos de La Rioja con su bicicleta, el 29 de agosto de 2004 Wurgler, bióloga y de 28 años, hizo dedo en la ruta y Narváez, a bordo de una camioneta, se ofreció a llevarla hasta el camping.
Después de que la chica acampó, Cuevas fue hasta allí para acordar con ella hacer una excursión a Talampaya, la llevó hasta el cercano pueblo de Villa Unión porque ella quería enviar correos electrónicos y tras dejar a Narváez en su casa, se fue con la turista, quien no fue vista nunca más.
"Cuevas lleva a Anna a un lugar que no se pudo precisar y con medios mecánicos y/o manuales la asesina y hace desaparecer el cadáver. Al día siguiente pasa a buscar a Narváez para ir a La Rioja capital y allí le cuenta lo que hizo", afirmó el fiscal en su alegato del 23 de octubre pasado.
Illanes comparó el hecho con las desapariciones ocurridas en la dictadura militar, porque el cuerpo de Annagreth nunca se halló, y dijo que "afirmar irresponsablemente que cuando no hay cadáver, no hay homicidio, nos retrotrae a la época del terrorismo de Estado".
La defensa de los imputados siempre consideró que no se puede condenar a los acusados por el delito de homicidio si nunca se encontró el cadáver y que no se puede descartar que la joven esté con vida.
Sin embargo, en el país hay antecedentes de condenas pese a que nunca se encontraron los cuerpos de las víctimas: el caso de Miguel Bru, el estudiante de periodismo desaparecido en La Plata, y el del motín de Sierra Chica, cuando presos mataron a sus compañeros y quemaron sus cuerpos en el horno de la panadería.
En este juicio, el fiscal valoró la declaración de Narváez, quien dijo que Cuevas le confesó que había matado a la turista, así como el hallazgo de una calza de propiedad de la víctima que fue encontrada detrás de un asiento de la camioneta del hotelero.
También se halló, aunque en un procedimiento muy cuestionado, un cortaplumas de la bióloga en el camping de Gordillo y Machuca y se los acusa de haber hecho desaparecer su carpa y su bicicleta.
Fuente: Télam
