El caso del doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio en Córdoba, cuyo principal acusado Pablo Rodríguez Laurta fue fundador y militante activo de la filial uruguaya de "Varones Unidos", es un ejemplo de la conexión entre la retórica de odio digital y la violencia machista directa. Aunque se presenta como un grupo que defiende los derechos masculinos, promueve discursos antifeministas, minimiza la violencia de género y sostiene teorías sobre denuncias falsas contra mujeres.
Sin mirarlo en perspectiva, este crimen no puede entenderse solo dentro de la violencia de género, sino como una expresión local de un fenómeno global conocido como la Manosfera. ¿Qué significa? Es un ecosistema de comunidades en línea interconectadas (foros en línea, revistas digitales y agrupaciones de activismo digital), principalmente masculinas, que se articulan en torno a la misoginia, el antifeminismo y la creencia en que los hombres son víctimas de una opresión sistémica.
A la par, estas comunidades incluyen a los Activistas por los Derechos de los Hombres (MRA), como Varones Unidos en su caso particular, a los hombres que siguen su propio camino (MGTOW) y a los célibes involuntarios (Incels), entre otros. Según las académicas Debbie Ging y Eugenia Siapera, la Manosfera provee un espacio para la radicalización, donde el resentimiento masculino se valida y se redirige hacia las mujeres y el feminismo.
El grupo Varones Unidos (VU) opera dentro del Movimiento por los Derechos de los Hombres (MRA) y se caracteriza por promover la narrativa de la "victimización masculina". Su discurso principal gira en torno a la supuesta "discriminación judicial" que sufren los hombres, especialmente en casos de divorcios y denuncias de violencia de género, las cuales califican como "falsas". Así, esta narrativa ignora la desigualdad estructural de género y se focaliza en el dolor masculino percibido por el riesgo de perder hijos o ser perjudicado por el sistema judicial, justificando una lucha ideológica contra el feminismo que lo presenta como que victimiza a los hombres.
Sostenida por la monetización del odio y el resentimiento masculino hacia las mujeres y el feminismo, la Manosfera encuentra en ese discurso una fuente rentable. Autores como Elisa García Mingo y Asunción Bernárdez Rodal explican que estos movimientos lucran con la venta de supuestas “soluciones” a la crisis de la masculinidad, como cursos y guías de Pick-Up Artists (artistas del ligue). También, obtienen ingresos mediante la publicidad de su contenido polarizador en plataformas como YouTube y redes sociales, y a través de aportes directos de seguidores en Patreon o criptomonedas, bajo el argumento de financiar su “activismo” antifeminista.
El Marco Ideológico de Laje y Márquez
El fundador de Varones Unidos (VU), Pablo Rodríguez Laurta, tenía una relación estrecha con Agustín Laje y Nicolás Márquez, ideólogos libertarios argentinos vinculados al presidente Javier Milei. Aunque se presenta como un movimiento local, organizó eventos en Uruguay con la participación de estos, como la presentación de “El libro negro de la nueva izquierda” en la Legislatura de Montevideo; y además Miguel Graña, otro vocero del grupo, formó parte de la Derecha Fest.¿Por qué decimos todo esto? Existen vínculos directos e ideológicos entre la Manosfera y el contenido difundido por estos referentes de la extrema derecha.
Su crítica sistemática a la llamada “ideología de género” y al feminismo, presentado como una “conspiración” o “dictadura”, sirve de base ideológica para legitimar la narrativa que VU utiliza para sostener su discurso de “victimización masculina”. Aunque se presenta como un movimiento autónomo, para militantes, como Laurta, el discurso de Laje funciona como una especie de “revelación” o Píldora Roja (Red Pill) que refuerza su visión de una sociedad corrupta y “ginecocéntrica”.
Al negar la existencia de un problema estructural de violencia de género y culpar al feminismo por la supuesta "opresión" masculina, estos referentes contribuyen a desviar la responsabilidad social y política hacia un enemigo interno, fomentando una ideología de odio. En el caso de Córdoba, esa negación ideológica alcanzó un punto de quiebre brutal, convirtiéndose en asesinato hacia quienes Laurta y similares percibían como sus "enemigos" dentro del "sistema feminista".

El politólogo Agustín Laje y el escritor Nicolás Márquez, en su libro "El Libro Negro de la Nueva Izquierda", sostienen que el feminismo moderno —especialmente la tercera ola o feminismo radical— es una herramienta de subversión cultural de la izquierda posmarxista. A juicio de ellos, el feminismo abandonó la lucha económica de clases para dedicarse a una "batalla cultural" que busca destruir la civilización occidental, atacando instituciones y negando las distinciones biológicas de sexo.
Sostienen que el feminismo es un movimiento basado en "mitos" como la brecha salarial y acusan que su objetivo final es imponer la "ideología de género" para socavar y aniquilar los fundamentos de la sociedad tradicional. Ambos lo consideran como los emblemas centrales de una "nueva inquisición" que persigue a quienes defienden la tradición y la biología, presentando a estos últimos como víctimas de una persecución ideológica.
La Raíz Global de la Violencia Misógina
La Manosfera no solo genera discursos de odio, sino que actúa como una incubadora de terrorismo misógino. Analistas como Laura Bates han demostrado que estos foros y comunidades en línea transforman la frustración personal y sexual de los hombres en una necesidad de "retribución violenta" contra las mujeres.
Al analizar el caso de Córdoba, se observa que lamentablemente repite patrones ya identificados en otros países:
-
La masacre de Isla Vista en 2014, perpetrada por Elliot Rodger, es uno de los casos más extremos de terrorismo misógino vinculado a la Manosfera. Rodger, considerado el "santo patrono" del movimiento Incel, dejó un manifiesto y un video en YouTube donde justificaba su plan de asesinar a mujeres que lo habían rechazado sexualmente y a hombres exitosos, conocidos como "Chads". Allí, en su escrito, afirmaba sentir un "derecho a tener sexo" negado por la "crueldad" femenina, una creencia fomentada por el victimismo promovido por la Manosfera.
- El Ataque de la Furgoneta de Toronto ocurrido en 2018 fue un acto premeditado de terrorismo misógino llevado a cabo por Alek Minassian. Antes de ejecutar el atentado, Minassian publicó un mensaje en Facebook en apoyo a la "Rebelión Incel", honrando a Elliot Rodger, perpetrador de la masacre de Isla Vista. Su ataque fue un acto planificado con la intención de castigar a la sociedad y, en particular, a las mujeres.
-
El crimen de Plymouth en 2021, perpetrado por Jake Davison, está vinculado a la ideología Incel y a un profundo resentimiento derivado de su falta de éxito sexual. Davison, de 22 años, asesinó a cinco personas, incluyendo a su propia madre, utilizando un arma de fuego legalmente obtenida. Se documentó que consumía abundantemente contenido relacionado con la Manosfera y la subcultura Incel, que fomenta la idea de que los hombres son víctimas de una injusticia sexual y social.
La periodista Angela Nagle señaló que las fronteras entre el activismo de los MRA (Movimientos por los Derechos de los Hombres), agrupaciones como Varones Unidos, y el extremismo Incel son difusas, ya que comparten una conclusión central: que el feminismo y las mujeres son responsables de la miseria masculina.

La interconexión entre las plataformas de la Manosfera —que incluyen podcasts, blogs y canales que promueven discursos misóginos y antifeministas— y dirigentes de la extrema derecha mundial es fuerte y visible. Al mismo tiempo, esta simbiosis permite que los políticos, especialmente jóvenes líderes de derecha, consoliden y amplíen una base de seguidores jóvenes comprometidos, mientras que los sitios misóginos logran obtener validación, visibilidad y un alcance significativamente mayor.
Algunos referentes del mundo anglosajón de la Manosfera y del movimiento anti‑woke, como Ben Shapiro (The Daily Wire), son citados e invitados a canales influyentes de la derecha, como GB News, donde se amplifican narrativas sobre la “decadencia de la masculinidad” en sintonía con las preocupaciones de la Manosfera. De manera similar, en Iberoamérica, la relación es aún más directa: el presidente argentino Javier Milei ha citado y defendido públicamente a Agustín Laje —quien actúa como puente entre la Manosfera y el establishment político—, utilizando frases como la que tacha la "ideología de género" de ser ingeniería social.
Paralelamente, en Brasil, figuras políticas del bolsonarismo como Eduardo Bolsonaro aparecieron en podcasts masculinistas para difundir la narrativa de la "opresión del hombre" y la lucha contra la "agenda de género". De manera similar, en España, dirigentes de VOX como Santiago Abascal fueron entrevistados en canales afines a la Manosfera para denunciar la supuesta discriminación masculina y la necesidad de derogar las leyes de violencia de género, normalizando estas posturas extremas en el discurso político.

La conexión entre la ideología de Varones Unidos y el femicida de Córdoba subraya una realidad ineludible: la Manosfera no es un fenómeno marginal de “trolls” de internet, sino un movimiento de odio organizado que merece atención. A su vez, estos grupos no solo deslegitiman las políticas de protección a las mujeres, sino que brindan un espacio a hombres con profundos resentimientos que, al ser validados colectivamente, pueden transformarse en planes de acción violenta.
Abordar esta amenaza requiere, como sugieren las expertas en extremismo, aplicar estrategias de desradicalización que nieguen a la Manosfera la validación ideológica, financiera y política que busca desesperadamente, promoviendo al mismo tiempo modelos de masculinidad basados en la responsabilidad y el respeto, en lugar del dominio, la coacción sexual o el victimismo. Dado que los femicidios en Córdoba y en otras partes del mundo son una prueba amarga de que el odio sembrado puede derivar en violencia física e incluso en muertes, especialmente cuando este tipo de contenido en internet es validado desde las altas esferas del poder.