Hasta el jueves pasado Fernando Farré (52), el ex ejecutivo de Coty que acuchilló a su mujer en su casa del country Martindale de Pilar, estaba alojado en el sector de sanidad de la Alcaidía Penitenciaria III de Melchor Romero. No había tenido contacto con el resto de la población carcelaria por una cuestión de seguridad personal. Pero ese día, poco después del mediodía, pasó a un sector común, donde entre otros están detenidos el hijo del ex presidente Carlos Menem y el ex jefe de la barra brava de River, Alan Schlenker.
El homicida atraviesa actualmente un período de adaptación a la rutina carcelaria que no será sencillo; sobre todo porque se trata de un interno primario. Llegó el sábado pasado después de pasar por la fiscalía de Pilar y dormir en un calabozo de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro.
Su futuro pareciera estar lejos de esa vida glamorosa y exclusiva que tanto disfrutaba. Una vida de hoteles cinco estrellas. Y de partidas de golf. Ya no podrá codearse con figuras famosísimas como Lady Gaga o David Bowie. El ventiluz de su calabozo no tiene vista a las playas de La Barra, uno de sus lugares preferidos de Punta del Este.
En las afueras de la ciudad de La Plata, más cerca del acceso a la Ruta 2 que al centro comercial de la capital provincial, Farré recibe a sus padres y su hermano casi todos los días. Es el único momento del día en el que no siente el vacío de la soledad absoluta.
Desde el jueves último el ex ejecutivo de Coty, L’Oreal y Coca-Cola duerme en un calabozo “cero estrellas” de seis metros cuadrados, que cuenta con una cama de hormigón y un colchón ignífugo, una mesada con una banqueta de cemento donde puede comer si lo desea, y un simple retrete para hacer sus necesidades.
“Está desequilibrado emocionalmente”, reconoce a PERFIL una fuente penitenciaria que estuvo en contacto con el interno. Cuatro veces por día lo entrevista un psicólogo de la Alcaidía. Y cada 24 horas lo visita un médico psiquiatra. Está medicado y atravesando por una profunda depresión.
Gustavo Alvarez, su primer abogado, recuerda que no manifestó ninguna emoción cuando charló con él la semana pasada. “Lo ubiqué jurídicamente y le expliqué cómo era la estrategia de la defensa”, asegura a PERFIL.
En ese encuentro, Farré no mostró gestos de arrepentimiento. Sólo se preocupó cuando se miró en un vidrio espejado y descubrió que tenía un hematoma a la altura de la ceja izquierda. “Para él su estética es un punto importante”, justificó su ex abogado defensor.
También reconoce que su ex cliente era consciente del crimen que había cometido. “Me preguntó por Claudia –la víctima–. Quería saber si habían llegado sus parientes a la casa”, apuntó el letrado, y recordó que lo consultó por sus hijos: “¿Sabés con quién están los chicos?”, le preguntó.
Visitas. María, su mamá, fue testigo del homicidio de su nuera Claudia Schaefer (44). Cuando la policía llegó a la casa de Martindale ella todavía estaba con las manos ensagrentadas. Había intentado frenar a su hijo.
Cuatro días después encabezó la fila de visitas en el ingreso a la Alcaidía junto a su esposo Juan Carlos Farré y su otro hijo, Alejandro. Salieron temprano desde el barrio porteño de Recoleta, en el auto deportivo de Alejandro: un Citroën DS3. Al día siguiente regresaron con una muda de ropa y otros efectos personales que les pidió el ejecutivo.
Los viajes a la ciudad de La Plata pasaron a convertirse en una triste rutina que seguramente repetirán por los próximos cincuenta días, el tiempo límite hasta que la Justicia resuelva su traslado a una cárcel común o a un establecimiento psiquiátrico, en caso de tratarse de una persona inimputable como apunta la estrategia de su defensa.
Según fuentes penitenciarias consultadas por PERFIL, es probable que Farré termine alojado en la Unidad Nº 41 de Campana, donde entre otros está detenido el sacerdote Julio César Grassi, condenado por abuso sexual agravado y corrupción de menores.
Desde un primer momento, la familia del ejecutivo se mostró incondicional. Ante sus íntimos hablaron del supuesto maltrato que sufría el asesino. Contaron una historia de acoso permanente. De agresiones psicológicas. Y hasta de provocaciones a su hombría.
La versión de ellos es contraria a la denuncia que realizó Claudia en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD)de la Corte Suprema. En su presentación había manifestado que lo que solía hacer su esposo “era denigrar, basurear y menospreciar”, algo que difícilmente pueda hacer ahora en la cárcel.
Las últimas vacaciones con sus hijos en la nieve. Veinte días antes de asesinar a su esposa, Fernando Farré estaba esquiando en el Cerro Catedral de San Carlos de Bariloche. Viajó con sus tres hijos de 13, 11 y 9 años, y se alojó en el exclusivo Pire Hue Ski In And Out Resort, que cuesta 2.900 pesos la noche.
A pesar de su condición de desempleado, Farré nunca renunció a los lujos. En febrero pasado, un mes después de haber sido despedido de la empresa de cosméticos Coty, viajó a Punta del Este, en las últimas vacaciones que compartió con su esposa Claudia Schaefer y sus hijos.
Los viajes de placer eran parte de su rutina. En septiembre de 2014 paseó por Playa del Carmen, un clásico destino de México. Y un mes antes pasó unos días de descanso en Punta Cana, las exclusivas playas de República Dominicana.
Según un ex compañero de Farré, el ejecutivo detenido por el crimen de su mujer no era un fanático del ahorro, aunque tenía un colchón de dinero suficiente como para vivir tranquilo los próximos años. De hecho, hay quienes aseguran que en los últimos meses había cobrado una millonaria indemnización por el despido que aparentemente se negaba a dividir con su mujer.
Declara la mucama. La ronda de testigos continuará mañana. La fiscal de instrucción de Pilar Carolina Carballido tiene previsto tomarle declaración a María, la empleada la empleada doméstica de la familia que, según la denuncia de la propia víctima en la OVD, fue testigo directo junto a los tres hijos del matrimonio del día en que Farré la tiró en un sillón y le colocó una rodilla en la cara.
En tanto, Jorge Sandro, el abogado que representa a los padres de Claudia Schaefer, podría pedir en las próximas horas que los hijos del matrimonio declaren en la causa, ya que habrían presenciado hechos de violencia. “Lo tengo bajo análisis, es una posibilidad relevante, pero está la protección del interés del niño”, dijo el letrado.