POLICIA
Contrabando de efedrina

La curiosa historia de un prófugo en la causa de los narcos mexicanos

La defensa de Jorge Ochoa insitió en que su hombre fue engañado por personas que lo usaron como "prestanombre". Vea su increíble relato.

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La defensa de Jorge Ochoa, uno de los prófugos en la causa de los narcos mexicanos, apeló la denegatoria de eximición de prisión dictada por la Justicia, al insistir que fue engañado por personas que lo usaron como "prestanombre", y aseguró que si le garantizan la libertad aportará datos que permitan facilitar la investigación.

La presentación fue realizada por el defensor oficial de Zárate-Campana Alejandro Arguilea ante el juez Federico Faggionato Márquez, quien negó el pedido de eximición de prisión.

Ochoa está acusado de ser gerente de la empresa Masterfarm, situada en Constituyentes 390 de General Pacheco, desde la cual se sospechan que fueron desviados 650 kilos de efedrina a la banda de mexicanos.

Sin embargo, el defensor indicó que Ochoa es un changarín sin recursos económicos y portador de HIV engañado por terceros para ubicarlo como gerente de la firma a cambio de dinero pues -dijo-ellos no podían figurar porque estaban en el Veraz.

"Su aspecto personal y sus condiciones de vida distan sensiblemente de aquella que podría tener un sujeto dedicado a esas actividades. A modo de ejemplo puedo citar que Ochoa no posee varias piezas dentales, que es portador de HIV y para afrontar dicha afección requiere inexorablemente la provisión de medicamentos por parte del Estado a través del Ministerio de Salud", explicó el defensor.

En su relato, al que accedió la agencia DyN, Ochoa recordó que en abril de 2007 fue al hospital Zubizarreta a buscar los remedios y como uno no estaba disponible debió ir hasta el Ministerio de Salud.

Luego se sentó en un banco de la plazoleta de Lima y Belgrano porque le había bajado la presión "y pensar de qué forma iba a volver a mi casa ya que me había quedado sin dinero", refirió.

En ese momento, se acercó un hombre de unos 40 años, muy bien vestido, que se identificó como "Antonio", quien le preguntó qué le pasaba y al explicarle su situación le ofreció un trabajo como sereno en un galpón, en el barrio de Barracas, que aceptó.

Según su relato, comenzó a trabajar en el galpón situado en Hornos 1178 por un sueldo de 900 pesos mensuales, hasta octubre del año pasado, cuando se fue al Litoral a hacer otras tareas.

Al volver cuatro días más tarde el galpón se había vendido, pero a la semana volvió a llamarlo Antonio, quien le comentó que estaba por alquilar un galpón en Pacheco "que funcionaría como distribuidora de medicamentos" y le pidió hacer trabajos allí.

Con el paso de los días le preguntaron si tenía deudas a lo que contestó que su situación económica "era tan mala que ni deudas tenía" y luego Antonio le consultó si estaba dispuesto a alquilar el local a su nombre porque él estaba inhibido, a la par de realizar tareas de manutención y cadetería a cambio de 1.500 pesos mensuales, añadió en su relato.

"Ante mi apremiante situación, con desconocimiento total de la actividad ilícita que supuestamente se llevó a cabo y con el firme objetivo de ayudar a mi familia accedí a la propuesta que se me efectuara", dijo Ochoa.

El lugar fue habilitado en diciembre del año pasado y un mes más tarde Antonio lo llamó para decirle que iban a vender el comercio y le preguntó si le interesaba trabajar con la nueva gente, a lo que accedió, siempre por su necesidad económica.

Ochoa fue al galpón y conoció a "Jorge", el nuevo dueño, un joven de unos 35 años "de estatura baja, cabello oscuro y que presentaba como particularidad que se peinaba con colita", se movilizaba en una camioneta Jeep Cherokee.

Jorge le encomendó tareas como comprar una heladera, mesas y sillas e ir al banco y luego le preguntó si podía sacar una cuenta bancaria ya que él tenía problemas económicos y no quería que esos inconvenientes le impidieran seguir con el comercio.

Así, Ochoa abrió a su nombre una cuenta en la sucursal Los Polvorines del Banco Provincia, donde se le hizo depositar dos cheques de 25.000 pesos y cuatro de 16.000 que no fueron cobrados por falta de fondos.

Para el mismo tiempo concurrió con Jorge a la Sedronar (secretaría antidrogas), donde luego de abonar un canon anotó la droga que iban a comercializar -no especificó cuál- y hace unos 40 días volvió con la misma persona, que lo esperó en la esquina y le dio 6.100 pesos: 4.600 para pagar el galpón y los restantes 1.500 de su salario. Desde entonces -dijo- no los volvió a ver.

Fuente: DyN