Un lujoso edificio, una escuela, una bijouterie, una librería, una casa de ropa y centenares de autos que cruzan la ciudad desde la primera hora. El barrio 30 de Octubre tiene una vida agitada por las mañanas, ya que en la cuadra de Sarmiento 244 se ubican también las oficinas de los tribunales rafaelinos.
En su rutinario camino al trabajo, el juez de instrucción Carlos Stegmayer hizo cincuenta metros de más para averiguar por qué había patrulleros y ambulancias en la puerta del coqueto edificio Guillermo Lehmann. Los efectivos le mostraron el cuerpo sin vida de Graciela Dieser, ex esposa de Carlos Fraticcelli, que fue encontrada bajo el agua en la bañera, junto a un tarro vacío de somníferos y barbitúricos. Una muerte que al mediodía ya sería noticia en radios, portales y noticieros de televisión de todo el país.
Perfil.com recorrió el tradicional barrio rafaelino donde Graciela vivía desde 2009. Con su edificio ubicado frente a una escuela primaria y un jardín maternal inaugurado un día antes del suicidio, los vecinos de la cuadra son, en su mayoría, pequeños comerciantes.
Aseguran que Dieser mantenía un perfil muy bajo. “Todas las mañanas la veía en la vereda, saludaba siempre, era muy respetuosa pero callada, nunca hablaba de más. Iba a hacer las compras en los negocios del barrio. Por la tarde casi nunca la vi, aunque a veces salía con el auto”, narró una mujer que tiene desde hace décadas un negocio de fotografía en la misma cuadra.
Según testimonios recopilados en la cuadra, Graciela manejaba un Gol de color rojo, que estacionaba en el edificio donde vivía, el primero de la ciudad construido con las inversiones del boom sojero a principios de la década. Llegaba a la tardecita y saludaba a un amigo, propietario de una santería al lado de la casa. Viejos compañeros de secundario, es la única persona de la cuadra que mantenía largas conversaciones con ella. El día del suicidio, su amigo no abrió el negocio, por lo que Perfil.com no pudo contactarlo.
En los restaurantes del centro de Rafaela, a pocas cuadras del departamento, solían ver a Graciela y su pareja, sobre todo para cenar. Sin embargo, pocos conocían su identidad y la reconocieron sólo cuando vieron su cara en fotos de televisión y medios electrónicos, el mismo día de su muerte.
Todos los vecinos consultados por Perfil.com, destacaron que nunca existió de parte de la sociedad algún tipo de rechazo a su figura, que circulaba por la ciudad como una más, y su pasado como Fraticcelli sólo se mencionaba en voz baja. “Yo me enteré que era ella hace sólo dos semanas porque me lo contaron cuando entró al edificio con el auto”, explicó una de las empleadas de los comercios de la zona. “Yo hace mucho tiempo que estoy acá y sin embargo nadie lo había mencionado”, relató, dejando en claro el bajo perfil de Graciela.
Finalmente, los vecinos contaron que su pareja, Daniel Aguilar, salía todas las mañanas a las 7:30 en una camioneta EC Sport y dirigía obras de instalación eléctrica en hogares y fábricas. Todo indica que Graciela esperó hasta que su marido se fuera al trabajo, como todos los días, para preparar su último baño.
Al salir de la cárcel en 2008, acusada en la causa por la muerte de su hija Natalia y liberada por falta de pruebas, Graciela se mudó a su casa materna en barrio San Martín, donde vivía antes de conocer a su ex marido Carlos Fraticcelli.
Un año después se mudaría con su nueva pareja al cuarto piso de calle Sarmiento, donde también vive Franco, hijo de Daniel, junto su familia. Fue él quien encontró el cadáver bajo el agua cuando fue a visitar a su madrastra, y llamó a una vecina que alertó a las autoridades. Allegados a la familia también narraron a Perfil.com que poco tiempo atrás Graciela regresó de Suiza, donde había viajado en navidad con su hermano, que reside en ese país desde hace largo tiempo y es uno de los destinatarios de las cuatro cartas que dejó escritas.
(*) Especial para Perfil.com