Todo parece conducir a una sola persona. El hermano de Ayelén Rolando, la chica de 14 años que apareció muerta en su casa de Tandil, está en la mira de la Justicia. Un testigo contó que “en dos oportunidades” anteriores el chico “agarró del cuello” a la adolescente dejándole marcas.
“No hay elementos que nos hagan salir de la casa”, destacó una fuente de la investigación a PERFIL. No hay puertas ni ventanas rotas, y todo estaba en su lugar. Cuando Ayelén murió estaba en su hogar con su hermano de 16 años.
La autopsia confirmó que se trató de un homicidio y de esta manera se descartó la hipótesis del suicidio. En ese informe se determinó que la adolescente fue atacada desde atrás, sorprendida y tomada en forma desprevenida por el atacante. No hay marcas de resistencia. El cuerpo quedó tendido en uno de los pasillos de la casa sobre la calle Brandsen al 300, frente a la puerta del baño.
Los forenses determinaron que la joven murió por “asfixia mecánica por compresión a nivel del cuello, con paro cardiorrespiratorio traumático”, detallaron los medios locales.
Según narró el hermano de Ayelén ante el fiscal, ambos estaban durmiendo y cuando se despertó encontró a la chica tirada con espuma en la boca y salió corriendo a avisarle a un vecino. “En más de una oportunidad, para ser específico en dos, el chico agarró del cuello a su hermana dejándole una marca, contó un testigo”. La fuente explicó a este diario que esta práctica no se realizó en medio del juego shocking game (una práctica que realizan ciertos adolescentes y que busca estrangular a la otra persona para saber cuánto resiste antes de desvanecerse), como trascendió en las primeras horas del homicidio, sino como “travesura” o juego brusco entre hermanos.
“Todos los elementos recolectados nos conducen en una sola dirección, pero lo que todavía no podríamos determinar es el porqué”, reconoce la fuente.
Los adolescentes vivían con su madre, y el padre (estaban separados) vive a la vuelta de la casa donde se produjo la tragedia. El hombre, ese jueves, había ido al lugar donde residían sus hijos a visitarlos alrededor de las 21.15, pero nadie atendió a su llamado. A los minutos llamó por teléfono y atendió el joven. “Estábamos durmiendo, por eso no escuché el timbre”, habría explicado el chico. Cuando cortó, encontró tirada a su hermana y salió corriendo a avisarle a un vecino. La mamá se encontraba trabajando en un hospital de la zona.
Los comentarios de los vecinos sobre la familia son buenos. “Nadie habla de acontecimientos de violencia entre ellos ni tampoco se escuchan gritos o peleas”, destacan. Al chico lo describen como una persona “introvertida” que encontraba su distracción en jugar al tenis.