Damián Lezcano Mendoza (70), el albañil de origen paraguayo que está acusado por el femicidio de la niñera Nancy Videla (31), pasó su segunda noche detenido, esta vez en los calabozos de la Alcaldía 1 Bis de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.
El viernes 3 de diciembre, horas después de quedar detenido, se negó a declarar, pero enseguida sus abogados, Jorge Alfonso y Héctor García, intentaron instalar un escenario distinto: dijeron que su cliente “es un perejil” y que está preso “injusta y arbitrariamente”.
Los letrados reclamaron su excarcelación, pero el juez que entiende en la causa, Diego Javier Slupski, se opuso al entender que el delito que se imputa es grave y que “existen riesgos procesales”.
Para el magistrado, Lezcano Mendoza asesinó a Nancy “en el marco de una agresión sexual y por su condición de mujer”. En base a las pruebas reunidas, entendió que la víctima fue atacada en una de las habitaciones del inquilinato de la calle Bucarest al 2500, en la localidad de Villa Albertina, partido de Lomas de Zamora, cerca de las 19 y que después de matarla enterró “el cuerpo bajo una carpeta de cemento”.
Slupski no solo le atribuye la autoría material del femicidio, sino también el ocultamiento del cadáver que tuvo como objetivo lograr la impunidad.
Según el dictamen, el albañil “golpeó y asfixió a la víctima” provocándole la muerte como consecuencia de un “traumatismo encéfalocraneano y fracturas de cráneo”.
El informe preliminar de autopsia reveló que Nancy presenta veinte lesiones, tres fracturas en la cabeza y otras 17 heridas en el resto del cuerpo.
Pese a la cantidad de evidencia reunida, los defensores del único acusado refutaron la hipótesis y plantearon que su cliente no asesinó a Nancy.
Alfonso, por ejemplo, planteó que “el juez tiene a una persona inocente en calidad de detenido injusta y arbitrariamente”. “¿Involucraron a un perejil para ponerlo a disposición de la Justicia, y decir que esto se terminó?”, se preguntó, en declaraciones a Crónica TV.
Los abogados calificaron a Lezcano Mendoza como un perseguido por su condición de extranjero. “Están actuando con odio racial”, señalaron y pidieron que por su edad –tiene 70 años– debería concederle el beneficio del arresto domiciliario.
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Sobre el vínculo que unía a la víctima con el principal acusado, Alfonso dijo que “era como la de un padre con la de una hija, la quería mucho”.
“Nancy frecuentaba a Damián para pedirle dinero. No llegaba a fin de mes”, amplió Alfonso y agregó que su cliente “está callando, pero que está cargando con una culpa que no le corresponde”.
Traslado. El albañil, quien según algunas versiones habría estado vinculado sentimentalmente con la víctima –algunos testigos señalaron que estaba obsesionado con ella–, había sido alojado en los calabozos de la Comisaría Comunal 4 del barrio de Parque Patricios, pero no fue bien recibido por sus compañeros de detención y el mismo viernes a la noche se decidió su traslado a la Alcaidía 1 Bis.
El principal sospechoso tiene antecedentes y una condena por homicidio. El 14 de agosto de 2002 fue detenido por matar una mujer identificada como Encarnación Aguilar Pinto. Según la investigación, habría actuado en legítima defensa y por esa razón el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de La Matanza lo condenó a la pena de tres años y tres meses de prisión. El 1° de septiembre de 2005 recuperó su libertad.
En el barrio de Villa Albertina, donde alquila cuatro habitaciones, varios vecinos coincidieron en calificarlo como un “acosador serial”. Algunos, incluso, recordaron que tuvo problemas con varias mujeres.
Una vecina de la cuadra, por ejemplo, aseguró a la prensa que el hombre señalado por el femicidio de Nancy les habría propuesto a varias de sus inquilinas no cobrarles el alquiler a cambio de mantener relaciones sexuales. “Lo hemos visto alcoholizado en la puerta y acosando a las mujeres que pasaban por la calle”, aseguró.
Otra versión entre los vecinos indica que, además, habría manoseado a la hija de una mujer colombiana a la que le alquiló una habitación, y que el caso habría sido denunciado.
Nancy desapareció el viernes 26 de noviembre a la tarde después de trabajar en el barrio porteño de Palermo. Su cuerpo fue hallado una semana después en un inquilinato de la localidad bonaerense de Villa Albertina, en el partido de Lomas de Zamora, debajo de una carpeta de cemento recientemente construida.
Los primeros datos recolectados por los investigadores señalan que la víctima y el acusado se conocían y aparentemente habrían estado vinculados sentimentalmente. No está claro si la relación estaba rota o seguían siendo amantes.
La niñera vivió un tiempo en una de las cuatro piezas que alquilaba Lezcano, aunque actualmente estaba de novia con un joven con el que convivía a unas ocho cuadras del lugar donde se presume fue asesinada. De hecho, los detectives lo estaban investigando porque había sido una de las últimas personas con las que la chica se comunicó vía WhatsApp el viernes 26 de noviembre pasado cerca de las 18.30, cuando su teléfono se apagó para siempre.
Pero un llamado a la línea de emergencias 911 cambió el rumbo de la investigación y permitió el hallazgo del cuerpo y la detención del presunto autor del femicidio.
“Esa chica –por Nancy– iba siempre a tomar mate con una persona en Ingeniero Budge. No sé qué relación tendrán ellos, pero para mí ellos tenían algo sentimental desde hace un par de meses”, contó.
Siguiendo esta pista, los investigadores llegaron hasta un domicilio ubicado en la calle Bucarest al 2500. En la puerta había dos bolsas con escombros. Samara, una perra de la división canes de la Policía Federal Argentina (PFA) marcó la casa de Lezcano Mendoza. Según las fuentes, el principal acusado dejó pasar a los efectivos que estaban buscando a la niñera y enseguida el animal señaló el lugar exacto donde estaba el cuerpo.
La teoría de un cómplice
El albañil de 70 años es el único detenido que tiene la causa por el femicidio de Nancy, pero los investigadores no descartan que haya contado con la colaboración de un cómplice.
Los pesquisas dudan que pueda haber ocultado y enterrado el cuerpo sin la ayuda de un tercero.
Según entienden, la niñera fue asesinada el viernes 26 de noviembre a las 7 de la tarde, pero recién entre el domingo y el lunes el acusado habría enterrado el cadáver, después de realizar un pozo de unos 60 centímetros y una carpeta de cemento que lo cubriera para no llamar la atención.
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Lo extraño es que lo hizo en el pasillo del inquilinato, cerca de las habitaciones que alquila y donde suele haber movimiento. ¿Nadie lo vio?
Los investigadores creen que al cuerpo lo escondió en una de las piezas. Incluso, un joven que ocupaba una de las habitaciones, reconoció que el domingo 28 de noviembre sintió un fuerte olor nauseabundo, pero entendió que podría ser consecuencia de una fuerte tormenta.
Otro punto a saber es qué pasó con los efectos personales de la mujer. Tanto el teléfono celular como la cartera no fueron hallados en la escena del crimen. Tampoco sus prendas de vestir, aunque se cree que pudieron haber sido quemadas o tiradas a la basura.
