La Justicia condenó hoy a prisión perpetua a los cuatro acusados por el secuestro y el asesinato del niño Santiago Miralles, perpetrados en julio de 2005 cuando la víctima tenía 6 años. La pena fue impuesta por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, integrado por Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Insaurralde, que halló a todos los imputados coautores del crimen.
Los condenados fueron Enrique Eloy Coito Piriz; su esposa, Ana Isabel Machado Vargas, de nacionalidad uruguaya; el hijo de ambos, Henry Alexander Coito Machado, y el padrino del joven, Abel Domínguez Farías. En el momento del fallo los imputados no estuvieron en la sala por su propio pedido.
El TOF 1 los consideró "coautores penalmente responsables de secuestro extorsivo triplemente agravado por tratarse la víctima de un menor de 18 años, haber participado del hecho tres o más personas y haberse ocasionado intencionalmente la muerte de la persona ofendida", según leyó textualmente el juez Rosanski, tras lo cual hubo aplausos sin desbordes.
El fiscal del juicio, Carlos Dulau Dumm, y la querella representada por la abogada Adriana Ayuso solicitaron prisión perpetua para todos, por el delito de "secuestro extorsivo seguido de muerte agravado por ser la víctima menor de edad y la participación de tres o más personas", las mismas condenas y figuras delictivas admitidas finalmente por el tribunal.
El defensor oficial Santiago Marino Aguirre, patrocinante del matrimonio y su hijo, y el abogado Raúl Grimberg, representante de Domínguez Farías, solicitaron sus absoluciones por entender que el cuerpo del nene había sido colocado en la casa por otras personas y que los condenaban por ser pobres y extranjeros.
Los familiares de Santiaguito expresaron su conformidad con el fallo. El papá del nene, Walter Miralles, dijo que "se hizo justicia por lo que uno vino luchando estos tres años y medio" y abogó porque la gente que está en una situación similar a la de su familia "sigan confiando en la Justicia".
"Desde un principio las penas estaban sobre la mesa; no hay otra pena para cuatro homicidas que matan a golpes a un niño de seis años; les queda chico (la condena) pero es lo máximo que prevé el Código Penal", aseveró. "Santiaguito está siempre con nosotros", afirmó Miralles, que dijo que ahora se propone descansar, dedicar más tiempo a la familia y trabajar con la ONG que lleva el nombre de su hijito.
La mamá, Silvia Morales, dijo entre llantos que "se hizo justicia" y que el pequeño "nos dio fuerza desde donde está". Enfatizó además que "no podemos bajar los brazos porque tenemos otro hijo chiquito por el cual vivir".
En tanto, la abogada manifestó su "tranquilidad de que esta sentencia deviene de todo un plexo probatorio colectado" y recordó que la perpetua, tras las últimas reformas, "habilita recién a los 35 años pedir la libertad condicional".
La letrada advirtió además que "hay inquietud social por la violencia, y debemos responder no sólo a los efectos, sino a las causas de la violencia". También rechazó vehementemente la especulación de los acusados de que eran condenados por ser extranjeros y pobres. Sin embargo, aclaró que "de ninguna manera puedo criticar a las defensas ni a un imputado que, ejerciendo los derechos que la ley acuerda, pueda proclamar su inocencia".
En tanto, al ejercer su derecho a hablar antes del veredicto, los acusados clamaron su inocencia, reclamaron justicia e insistieron en que jamás podrían haber cometido semejante acto. "Hoy podemos salir condenados para el resto de nuestras vidas; si este país quiere justicia que la haga bien, con gente inocente no", dijo Coito Piriz, y afirmó que al "chico lo pusieron". Presintiendo una condena, dijo que los culpables están "cerca" de la casa de la víctima, pero sin dar detalles.
"Yo puedo cometer errores en la vida pero es impensable que teniendo cuatro hijos, viviendo a 30 metros de la casa de los Miralles y teniendo un hijo que compartía todos los momentos juntos fuéramos a secuestrar un chico para asesinarlo, en la cabeza de nadie puede caber. Sé que el chico estaba en la quinta muerto pero lo pusieron. Si estuviera en la calle daría mi vida para saber qué pasó", agregó.
En tanto, Machado Vargas afirmó que "somos inocentes de todo lo que se nos acusa, jamás haríamos cosas semejantes. No tengo que pedir a nadie perdón ni arrepentirme de nada; creo que es al revés, me tienen que pedir perdón a mí y a mi familia". El hijo del matrimonio señaló que "matar a Santiaguito hubiera sido como matar a Nicolás", en referencia a su hermanito que solía jugar con la víctima. Y a su turno, su padrino reclamó justicia, aseguró que "nunca voy a decir mentiras" y enfatizó que "no sería capaz de matar a un niño".
El juicio, en el que hubo 110 testigos, debía empezar en septiembre, pero fue suspendido seis veces por distintas causas.
Walter Miralles había lamentado las demoras en la pesquisa y la "lentitud" para encontrar a su hijo desde que fue secuestrado hasta que fue hallado muerto en una cámara séptica.
Santiago Miralles tenía 6 años cuando fue secuestrado y asesinado en julio de 2005 en la localidad de Canning, partido de Esteban Echeverría. El niño fue denodadamente buscado por sus parientes y amigos. Un día después la familia recibió una llamada exigiéndoles el pago de 20 mil pesos para liberar al niño, y si bien al día siguiente la familia había logrado juntar 5.000 pesos, los delincuentes no volvieron a comunicarse.
Luego de tres días el cadáver fue encontrado en la cámara séptica de una casaquinta lindera a la vivienda de los Miralles, donde el matrimonio acusado trabajaba como casero. El hijo menor del matrimonio condenado -Nicolás- solía jugar con el pequeño asesinado e incluso los acusados se sumaron a las tareas de búsqueda.
La autopsia reveló que Santiago fue asesinado de dos golpes de maza en la cabeza. El cuerpo fue sumergido inconsciente -pero aún vivo- en el pozo ciego. Y ataron una caja con cerámicos al cuerpo para que se hunda. Los padres de Santiago dijeron que había sido asesinado porque reconoció a sus captores.
Fuente: DYN