El ex capitán del ejército guatemalteco Byron Lima, conocido como "el rey de las cárceles" murió el lunes junto a 12 personas, entre ellas una mujer de nacionalidad argentina oriunda de Misiones, en un enfrentamiento con el grupo del narcotraficante Marvín Montiel Marín, alias "El Taquero", en la cárcel de máxima seguridad Granja Penal Pavón, en el municipio de Fraijanes cerca de la capital de Guatemala, donde estaba recluido por el asesinato el 26 de abril de 1998 del obispo católico Juan Gerardi Conedera, un luchador por los derechos humanos.
Por su parte, Montiel Marín, a quien las primeras hipótesis le asignan la responsabilidad del ataque, cumple una pena de 820 años de prisión por la matanza de 16 turistas, 15 de origen nicaragüense y un holandés.
El ministro de Gobernación (Interior) de Guatemala, Francisco Rivas, reconoció a la prensa que la pelea entre dos grupos rivales comenzó con el lanzamiento de una granada en contra de Lima, como parte de la disputa por el control de la cárcel, según consignaron EFE y el portal Siglo.21.
Además, Rivas confirmó que entre las trece víctimas se encuentra, Joanna Birriel, una argentina de 24 años, oriunda de la provincia de Misiones, que llegó en 2011 a Guatemala.
Birriel, que fue identificada por los documentos que llevaba se dedicaba a proyectos ambientales y también era conocida como modelo y fue asesinada dentro de Pavón cuando ocurrió el ataque y mientras sostenía una reunión con Byron Lima, aclaró el funcionario.
El ataque, en el que se vieron implicados unos 25 reclusos, ocurrió cuando al menos 125 personas, entre ellas niños y mujeres embarazadas se encontraban en el interior de la cárcel visitando a sus familiares, las que fueron evacuadas en un operativo en el que participaron mil agentes, entre policías, guardias y militares.
Lima era uno de los presos más poderosos del país que con su padre, el coronel retirado del Ejército Byron Lima Estrada, y el sacerdote Mario Orantes, quienes ya recuperaron su libertad, y también el especialista Obdulio Villanueva, quien fue asesinado en 2003 durante un motín en la cárcel, fue condenado a 20 años de prisión por el asesinato del obispo Gerardi.
El obispo Gerardi fue asesinado el 26 de abril de 1998, dos días después de presentar el informe interdiocesano "Recuperación de la Memoria Histórica (Rehmi). Guatemala: Nunca Más", en el que se documentan más de 54.000 violaciones de los derechos humanos durante el conflicto armado interno (1960-1996), el 90 por ciento atribuidas al Ejército de Guatemala.
El capitán, desde su ingreso en prisión en 2001, fue tejiendo una red a nivel militar, político y económico, tanto que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) lo acusó en 2014 de cobrar 100.000 dólares por manipular los traslados de detenidos, un caso que provocó la detención de varias personas, entre ellas del director de cárceles en ese momento, Edgar Camargo.
También se le atribuye la confección de camisetas, con mano de obra de reclusos, para el Partido Patriota, del expresidente Otto Pérez Molina.