La cámara de seguridad de la calle Juan Felipe Aranguren al 1800, en el barrio porteño de Caballito, muestra una escena típica de un domingo a la noche: escaso tránsito y apenas dos hombres que pasean sus perros y se detienen frente a un árbol. Nada fuera de lo común.
De repente, las luces de una camioneta utilitaria, que a lo lejos dobla a alta velocidad, encandilan antes de desaparecer del cuadro. Es necesario agudizar bien la mirada para entender que, lo que parece una grabación sin relevancia, es una prueba de un crimen que acaba de ocurrir.
La Renault Kangoo pasa frente a la cámara con la puerta lateral derecha abierta, primera señal de que algo extraño acaba de suceder. Segundos antes, y desde el interior del vehículo, arrojaron el cuerpo de un joven de 24 años que había sido apuñalado.
La secuencia dura 26 segundos. Osvaldo Martín Rodríguez (24) rueda por el piso y termina en medio de la calle. Se mueve y hasta intenta caminar. Una ambulancia del SAME llega pocos minutos después. Pero cuando lo asisten confirman que estaba muerto.
Rodríguez no sólo sufrió fuertes golpes tras ser arrojado de la camioneta. El mismo paramédico que lo atendió advirtió que presentaba al menos seis puñaladas en la espalda, el tórax y otras zonas del cuerpo. La víctima vivía en la zona de Caballito y trabajaba en una bicicletería, según contó su mamá.
“También estaba estudiando en la facultad algo que tiene que ver con la computación. La última vez que hablé con él fue el 17 de julio y le dije ‘te amo hijo, cuidate’”, recordó Pamela Soto, entre lágrimas, en una entrevista con el canal TN.
La madre de Rodríguez confirmó que su hijo “vivía solo”, que hace poco tiempo se había mudado y que el próximo 2 de diciembre iba a cumplir 25 años. Todavía no se sabe quiénes ni por qué lo mataron y tiraron su cuerpo en la calle.