Entre los proyectos curiosos (o directamente ridículos para algunos legisladores), se destacan iniciativas para transformar a las bicicletas en transporte público de un día para el otro, hacer de la calle Florida una peatonal de doble mano, declarar “la semana del cerdo”, prohibir el mundial gay de fútbol o entronizar a la milanesa napolitana.
La mayoría de estos proyectos no logra atravesar los mecanismos legislativos necesarios para que se haga efectivo su ejercicio. Los legisladores, que recuerdan algunos proyectos a carcajadas, coinciden en que este año fue uno de los años más fructíferos en lo que respecta a la cantidad de normas “absurdas” que trataron de impulsarse en Perú 160.
Los integrantes de la Legislatura coinciden en señalar como el ejemplo máximo de “locura parlamentaria” el proyecto de Abelardo García, del Partido Conservador, que buscaba convertir a la calle Florida en una peatonal de dos manos, donde los peatones circulen siempre por la derecha, sin mirar vidrieras ni detenerse a hacer algún trámite.
La legisladora kirchnerista Inés Urdapilleta quería convertir a la milanesa en “Patrimonio cultural de la Ciudad”. El proyecto buscaba crear el “Menú Buenos Aires”, un catálogo de platos y alimentos autóctonos de la Capital.
El radical Carlos Lo Guzzo también tuvo preocupaciones gastronómicas: quiso declarar de interés para la Ciudad, La Semana de la Cocina del Cerdo, una jornada gastronómica que se realizó a principios de octubre en el restaurante Pedemonte, el más antiguo de Argentina (1890).
Jorge Enríquez, de Juntos por Buenos Aires, propuso un subsidio de 45 mil pesos –en medio del conocido déficit presupuestario de la ciudad–a la iglesia Nuestra Señora de Pompeya para restaurar el órgano mayor del santuario. Fiel a sus ideas que para muchos son "intolerantes", Enríquez presentó proyectos en contra de Mundial de Fútbol Gay y el permiso de adopción a homosexuales.
Pablo Failde, de Autonomía con Igualdad, presentó un proyecto para implementar el bicing, un sistema de transporte público basado en el alquiler de bicicletas en estaciones estatales.
Milcíades Peña, que ya abandonó el recinto, quiso declarar Patrimonio de la Ciudad a Clemente, el conocido personaje de Caloi.