El acto de asunción de Alejandro Granados como ministro de Seguridad evidenció ayer la renovada alianza entre el gobernador Daniel Scioli y los intendentes bonaerenses. El gobernador y los jefes comunales cerraron filas con el deseo de reducir la ventaja electoral de Sergio Massa en la Provincia y desplegaron como principal bandera electoral el endurecimiento del discurso de la seguridad.
Tras la derrota de las primarias, el Gobierno envió 5 mil gendarmes al Conurbano e inyectó mayores recursos al área de seguridad. Ayer, Granados afirmó que “los gendarmes vinieron a la provincia de Buenos Aires para quedarse toda la vida”, con el objetivo de alejar las sospechas de que se trata sólo de una reacción temporal y espasmódica.
El ministro aseguró que “sólo se producirá un recambio” de gendarmes “cada 45 días porque trabajan esa cantidad de tiempo sin francos”.
A la vez, Granados se reunió con el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, para coordinar el despliegue de efectivos.
“Toda la Gendarmería Nacional va a pasar por el conurbano bonaerense y se va a ir distribuyendo de acuerdo con lo que vaya indicando el mapa del delito”, precisó Granados.
En paralelo, los intendentes bonaerenses alineados con el oficialismo respaldaron al nuevo ministro a través de un comunicado. El presidente de la Federación Argentina de Municipios, Julio Pereyra, jefe comunal de Florencio Varela, dijo que la designación de Granados “es una decisión que va a fortalecer las políticas de seguridad de la Provincia”. Los otros intendentes del PJ que se mantienen en las filas del oficialismo rubricaron con su firma el comunicado.
A pesar del cambio ministerial, Scioli afirmó que el comisario Hugo Matzkin seguirá al frente de la Policía Bonaerense.
El antecesor de Granados, Ricardo Casal, quedó al frente de la cartera de Justicia tras su desdoblamiento con el Ministerio de Seguridad.
