La sociedad argentina está desinteresada de la política. Es uno de los resabios de la crisis de 2001. No hay encuesta que lo niegue. Y Cristina Fernández de Kirchner, como la máxima dirigente del país, no queda exenta de ese fenómeno. Ni siquiera en la pantalla de Canal 7, el medio estatal que transmite la mayor parte de los actos del Gobierno en vivo. Al menos así lo demuestran las mediciones de Ibope, que detectaron que cuando la Presidenta aparece para dar un discurso, el rating de la señal desciende.
Según las cifras oficiales sobre los últimos diez discursos que la emisora estatal transmitió, cuatro veces el rating bajó y en tres ocasiones más personas sintonizaron el señal al finalizar las palabras presidenciales. Eso ocurrió incluso en la presentación de uno de los proyectos más importantes de la era kirchnerista: la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con la que el oficialismo pretende reemplazar a la norma de la dictadura en el Parlamento.
Cristina Kirchner expresó ese 18 de marzo en el Teatro Argentino de La Plata que “nadie puede ser dueño de la palabra, del pensamiento y de la expresión de todo un pueblo”. A las 18.57 ese acto interrumpió el programa infantil Permitido estacionar, que promediaba, hasta ese momento, 1.3 punto de rating, según Ibope. El discurso presidencial midió 1.12 punto y dio paso a 6-7-8, conducido por María Julia Oliván, que subió la medición a 1.73.