—Reina la euforia en el Gobierno por esta invitación escrita de puño y letra por el Papa. ¿La razón es práctica, después del cruce de versiones de una carta falsa? ¿O es un gesto político para la Presidenta antes de ir a la ONU?
—Es una invitación de orden privado que muy pocas personas en el mundo han recibido de manera similar y que denota que tanto el afecto como la estima personal entre ambos ha ido creciendo. La relación sana y honesta entre el pontífice y la Presidenta es muy positiva para el país. Ambos líderes se caracterizan en poseer una gran generosidad de la que sólo podemos estar agradecidos. Por otro lado, en el tema de los fondos buitre, se está demostrando que es muy exitosa la política del Gobierno para aislarlos y denunciarlos como la punta del iceberg de un sistema financiero basado en la usura y la extorsión. La reciente aprobación de la ONU de la propuesta argentina para la creación de un marco legal para las reestructuraciones de deuda soberana es una contundente prueba de esta gestión exitosa y con un resultado histórico.
—Este almuerzo fuera de protocolo en Santa Marta, ¿significa un claro respaldo a la posición argentina que destaca la falta de moral y de sensibilidad de los fondos buitre?
—El Santo Padre Francisco, como obispo de Roma y Sumo Pontífice de la Iglesia, en su primera exhortación apostólica Evangelii Gaudium ha denunciado este capitalismo sin reglas y la sociedad de la exclusión que este modelo económico conlleva. Esta postura de la Iglesia refuerza la posición moral de la Argentina y de los países que la acompañan en la lucha para un desarrollo más justo, sin las distorsiones financieras que bloquean el futuro de los pueblos. Y, sin duda, la Presidenta encontrará en el papa Francisco una fuente de inspiración y un sostén para su gestión sobre este tema.
—¿Piensa que el Papa “asesorará” a Cristina en este tema financiero?
—A ese respecto el Santo Padre se ha expresado muy claramente en su discurso a los participantes en el congreso “Impact Investing for the Poor”, organizado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz en junio pasado. En aquella ocasión, el papa Francisco afirmó que “ya no podemos tolerar que los mercados financieros gobiernen la suerte de los pueblos en vez de servir a sus necesidades, o que pocos prosperen recurriendo a la especulación financiera mientras que muchos sufren duramente sus consecuencias.” El buitrerismo es una forma de aquel mismo capitalismo inaceptable e inmoral que el Santo Padre denuncia con tanta fuerza. La indiferencia ética que descarta a las personas como si fueran objetos, que además sojuzga la soberanía de un país y le condiciona el futuro a la sociedad es la que domina la ideología de estas expresiones salvajes del poder financiero. Como dijo el General Perón a los buitres de aquel tiempo, “quieren torturar al alma de los argentinos”.
—¿No será que la preocupación papal se motiva en el agravamiento de la crisis económica que se avecina, para evitar un final penoso y caótico de gobierno?
—El Papa, como argentino, piensa en nuestro país. Pero desde que Jorge Mario Bergoglio es jefe universal de la Iglesia sus mensajes deben interpretarse en una clave distinta. Como pontífice, todos sus mensajes y gestos están dirigidos a toda la humanidad, tanto a los cristianos, como a los creyentes de otras religiones e incluso a los ateos. El Papa vela por todo el mundo. No simplifiquemos su rol mundial. Aunque no dejemos de sentir que, también desde nuestra patria, estamos siendo interpelados por sus palabras.
