En los últimos días todos los medios hablamos de “campaña del miedo”. En general lo hacemos para calificar dichos del candidato oficialista Daniel Scioli o de otros kirchneristas contra Mauricio Macri.
Pero lo que más debería importar no es si lo que dicen da miedo o no, sino si es verdad o mentira. Si es mentira, lo que importa es mostrar que es eso, una campaña sucia más de las que nos tiene acostumbrados la política argentina.
Ahora, si es verdad (y además se supone que al conocerla da miedo), eso es lo trascendente. Por lo menos es lo que deberíamos intentar corroborar los periodistas, más allá de comprender la intencionalidad que tenga quien lo dice. Porque si es verdad y atemoriza, entonces será bueno saberlo. También para entender si se trata de verdades o solo de medias verdades.
Por ejemplo, cuando el oficialismo afirma que “si Macri llega al poder privatizará Aerolíneas o YPF”, lo que dice es una media verdad. Lo cierto es que el PRO probablemente no hubiera estatizado la línea aérea o la empresa petrolera (hasta hace poco seguía siendo muy crítico con esas medidas), pero llegado a esta situación de firmas estatizadas que hoy forman parte del relato políticamente correcto de la Argentina, sería difícil que las reprivatizara. Por lo menos, inmediatamente.
Aníbal Fernández afirma que “María Eugenia Vidal confiesa en privado que va a eliminar un plan con 50.000 becas y dejar sin trabajo a muchos maestros”. ¿Es verdad o no? Ella lo desmiente, pero si fuera verdad, ¿habría que atribuirlo a una mujer que parece Heidi pero es Cruella de Vil, o a una dirigente que pretende gestionar los fondos públicos de otra forma?
“Si Macri gana va a eliminar la Asignación Universal por Hijo”, señalan desde el Gobierno. Otra vez: quizá a Macri no se le hubiera ocurrido instaurar la AUH, pero existiendo y siendo aceptada por una mayoría, es muy improbable que la vaya a eliminar. De hecho, él sobreactúa diciendo que va a extender el beneficio.
“Con Macri va a haber devaluación...”, dicen otros. ¿Es campaña del miedo o simple información? Una devaluación siempre da miedo, pero la verdad es que el macrismo es bastante explícito en cuanto a devaluar el peso con el argumento de reactivar y hacer más competitiva la economía argentina. De hecho, el sciolismo no descarta tener que hacer una devaluación, entendiendo como tal a una devaluación de verdad, o sea, en la cual el dólar suba más que la inflación.
“...Y con la devaluación vendrá una pérdida del salario real”, agregan los K. También esto es correcto: al menos en el corto plazo posterior a una devaluación, es probable una pérdida de poder adquisitivo tras un reacomodamiento general de los precios.
“...Y además va a arreglar con los buitres”. Otra información que surge de hablar con cualquier economista del PRO.
“…Su discurso es igual al que tenía Martínez de Hoz”. Y sí, por lo menos es parecido al que Macri tenía hace un tiempo, antes de comprender que algunas cosas hoy no queda bien repetirlas. De hecho, muchos de los pasajes que la TV Pública difunde de un discurso del exministro de la dictadura (por ejemplo, los referidos a la libertad del tipo de cambio y compra de dólares) no contradicen las políticas que el kirchnerismo llevó adelante hasta que impuso el cepo cambiario.
Más: el éxito de la ortodoxia económica que demostró Néstor Kirchner con sus superávit gemelos y el cumplimiento estricto de los pagos a los acreedores (incluyendo el 100% al FMI), fue mucho más allá de lo que Martínez de Hoz jamás pudo concretar.
Cuando Macri contraataca con su propia “campaña del miedo” y dice que “con Scioli el kirchnerismo sigue cuatro años más”, ¿está mintiendo? Si nos guiamos por el discurso de Scioli, la respuesta es que no. En todo caso, no se trataría de meter miedo sino de tomarle la palabra al candidato oficialista, más allá de que después eso se haga realidad.
O cuando el macrismo advierte que “con Scioli en la Rosada, quien va a gobernar es Cristina y La Cámpora”, más que una verdad o una mentira, es una hipótesis razonable aunque luego el sciolismo pueda demostrar lo contrario.
Lo que ahuyenta al miedo es la verdad. Y la verdad no es triste, es lo que es y, claro, no tiene remedio.