Hace algunos días, uno de los amigos más íntimos de Eduardo Duhalde lo visitó en su oficina del Movimiento Productivo Argentino (MPA), en el porteño barrio de Congreso, donde el ex presidente para la mayor parte del día.
El hombre, ex funcionario, se cruzó en la antesala con Carlos Mao -histórico secretario y telefonista del ex gobernador-, saludó al ex diputado Carlos "Tato" Brown y se abrazó con Duhalde. Llegaron a cruzar unas pocas palabras antes de que el hombre reconociera a quien estaba frente al escritorio.
"¿Qué haces acá? A vos te van a matar", le dijo entre risas, ya acostumbrado a un paisaje cada vez más habitual en la oficina del ex presidente. Sentado, el intendente ultrakirchnerista de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, devolvió una sonrisa y todos se entretuvieron en una larga charla de política donde abundaron críticas y bromas sobre Néstor Kirchner.
La escena, dicen cerca de Duhalde, se repite a diario y es sólo una parte del plan del ex presidente para posicionarse como la nueva-vieja alternativa al kirchnersimo.
La estrategia, además de recorrer con la ambulancia el conurbano bonaerense y suturar las heridas de aquellos caciques descontentos con el oficialismo, y de tejer puentes con todos los sectores de la oposición, incluye un acuerdo programático con Raúl Alfonsín orquestado a través de su hijo Ricardo.
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