El peronismo perdió su último bastión histórico de resistencia: la mayoría en el Senado de la Nación. Con la eyección del jujeño Guillermo Snopek, la puntana María Eugenia Catalfamo, el correntino Carlos Espínola, y el entrerriano Edgardo Kueider, el Frente de Todos dejó de ser el principal interbloque y deberá ampliar la mesa de negociación.
Ahora el Frente de Todos no deberá conversar solo con un puñado de senadores, deberá sentarse con legisladores que se fueron desencantados del lugar que recibieron en los últimos años. “Ya no va a venir nadie a decirnos cuándo sentarnos y cómo votar, van a tener que escuchar un poco más”, comentó una fuente cercana al nuevo espacio llamado “Unidad Federal”.
A pesar de está división, el kirchnerismo sigue como la primera y la tercera minoría en la Cámara alta. Esto no solo le permite mantener lugares en comisión y los cargos jerárquicos del Senado. También les permite sostener los lugares correspondientes en el Consejo de la Magistratura.
Hasta ayer, el interbloque Frente de Todos tenía 35 bancas. Eso los llevaba a tener que negociar solo con dos senadores, y por lo general contaba con tres aliados para activar el quórum. Estos eran Magdalena Solario Quintana (Misiones), Alberto Weretilneck (Río Negro) y Clara Vega del Valle (La Rioja).
Con la salida de estos cuatro diputados, que se alinearon con Alejandra Vigo (socia política y esposa del gobernador Juan Schiaretti), el bloque que lidera José Mayans, Nacional y Popular, mantiene la primera minoría, con 19 bancas, tras la salida de Kueider y Espínola.
Como segunda, sigue la UCR, que tiene 18, y como tercera, Unidad Ciudadana, que tras la salida de Catalfamo y Snopek, quedó con 12. En el Senado ya dan por descontado que Snopek perderá la presidencia de la comisión de Asuntos Constitucionales, una de las más importante para el cristinismo. Pero también para el jujeño que aprovechó ese lugar para tratar la intervención del Poder Judicial en su provincia, un proyecto que tuvo poco recorrido legislativo.
Lo que pierde el kirchnerismo es la organización del funcionamiento de interbloque. En esto, Juntos por el Cambio tendrá más bancas, ya que en total suma 33, dos más de los 31 que quedan del sector oficialista. Sin embargo, lo que importa para el lugar en los cargos jerárquicos y en las comisiones son los bloques, y no tanto los interbloques, en el reglamento del Senado.
Cómo se gestó la ruptura del peronismo en el Senado y la "bronca" de Cristina con Alberto
En este escenario, distintos referentes, tanto del oficialismo, como de la oposición adelantaron que “no va a cambiar demasiado la dinámica”. No es azaroso que mantengan la misma posición de minoría. Aunque sí “habrá que negociar mucho más”, reconocen cerca de Cristina Kirchner.
El propio Kueider reconoció que se trata solamente de “una estrategia legislativa” y que esto “nada tiene que ver con una ruptura del Frente de Todos”, “ni con la interna nacional”.
El descontento no surgió en 2023. Viene desde los primeros meses del Gobierno del Frente de Todos, pero se serenó con la pandemia. Sin embargo, el año pasado, un grupo de senadores que responden a sus gobernadores y a los intereses políticos de sus provincias hizo notar su malestar con la dinámica del bloque.
Particularmente, esto se dio cuando la Vicepresidenta decidió darle un claro impulso a los proyectos vinculados a la Justicia por sobre otros. Algunos senadores, como Pablo Yedlin, que sigue dentro del bloque oficialista, incentivó que el Senado tome otra agenda y viaje por el interior del país. Una especie de rendición de cuentas de que el Senado no solo trabaja temas que importan a pocas personas.
La poca atención que recibieron en su momento y la necesidades electorales en cada provincia hizo que terminar de pegar el salto.
AR/fl