POLITICA
se cumplen seis meses de la orden presidencial

De la unidad por la emergencia a las calles de las protestas: medio año de aislamiento social

Con un ritmo de contagios que supera los 10 mil casos diarios y más de 12 mil fallecidos, el Gobierno busca reencauzar el rumbo hacia la nueva normalidad. Fases de una etapa inédita.

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Anuncio. De aquella primera conferencia de marzo junto a gobernadores al último mensaje a través de un video en las redes, la estrategia de comunicación fue variando. | Presidencia

“Nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas”. Con esas palabras, el presidente Alberto Fernández abrió en marzo una etapa inédita en la historia argentina que hoy cumple exactamente seis meses: la cuarentena. Las cifras de contagiados de coronavirus no alcanzaban los 130 casos y hasta ese momento se habían registrado tres fallecidos, pero el avance de la pandemia en Europa y Estados Unidos aceleró una medida que ya lleva 184 días.

Hoy, con más de 610 mil casos totales, un promedio diario de contagiados que supera los 10 mil y otras 12 mil personas fallecidas por el virus, doce prórrogas del período de aislamiento con distintas intensidades según la zona del país y una situación económica, política y social notoriamente desmejorada respecto de hace seis meses, el gobierno nacional busca reencauzar el rumbo hacia una normalidad que parece escaparse.

A solo tres meses de llegar a la Casa Rosada, Alberto Fernández se encontró con un desafío inesperado que lo obligó a desplegar sus capacidades de diálogo y negociación para lograr la legitimidad de una medida que entonces le resultaba imperiosa para controlar el virus a medida que se consolidaba como amenaza mundial.

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Como respaldo, citó a los gobernadores a Olivos, quienes marcaron su acuerdo con la estrategia, sin distinciones partidarias. En la primera foto del anuncio, además de Alberto Fernández estaban Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof, el santafesino Omar Perotti y el jujeño Gerardo Morales, con la intención de representar a todos los sectores políticos con poder territorial.

Kicillof anunció una cuarentena con pocos cambios

Conforme avanzaron los contagios y la situación se fue focalizando en la región metropolitana, Rodríguez Larreta y Kicillof se consolidaron como los acompañantes del anuncio presidencial que se iba repitiendo cada dos o tres semanas, con invitados de ocasión como el chaqueño Jorge Capitanich o la rionegrina Arabela Carreras.

El paso del tiempo y los desacuerdos respecto a las flexibilidades en el aislamiento fueron generando rispideces, sobre todo entre la conducción porteña y la bonaerense. La confirmación de ello fue el cambio de estrategia comunicacional desde hace poco menos de un mes, cuando se acabaron las “filminas” presidenciales, las conferencias de prensa conjuntas y se optó por un mensaje en las redes para explicar los pasos a seguir.

El sistema de fases ideado por el gobierno nacional fue marcando el ritmo en todo el país. En marzo se respetó a rajatabla la Fase 1 con una acotada lista de actividades esenciales; en abril, se hicieron algunas excepciones con el pase a la Fase 2 de aislamiento administrativo y la expectativa de poder poner fin a la cuarentena y en mayo llegó uno de los puntos de inflexión del semestre de confinamiento: el AMBA y unas pocas localidades del interior quedaron en Fase 3 y el resto del país avanzó a Fase 4. Esa situación recrudeció a partir del 1° de julio, cuando el AMBA volvió a la Fase 1, aunque con muy dispar acatamiento si se compara con el resultado logrado en marzo.

El prolongamiento del encierro, la incertidumbre sobre el regreso de clases y la crisis en todos los ámbitos económicos, reflejado en el cierre de locales, el freno a las industrias y la bancarrota del sector turístico y gastronómico, entre otros sectores, obligaron al Gobierno a relajar los estrictos controles que se habían instaurado en marzo, y fueron adaptando el discurso para apelar a la responsabilidad individual más que a la estrategia de coerción.

Desde Twitter, Alberto Fernández bregó por "un Estado en el que cesen vicios y hipocresías"

El relativo fracaso del regreso a la Fase 1 en julio activó las usinas del oficialismo y sobre fin de julio amplió su mensaje. “Hay que ir migrando de una política de emergencia a una política de recuperación”, resumió en aquel entonces el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sobre la base de las sesenta medidas para la pospandemia que había anunciado el Presidente.

Dos semanas más tarde el mandatario sentenciaba: “La cuarentena no existe más. Seguimos hablando de cuarentena sin que exista. La realidad es que está en nuestras manos cuidarnos, ya no depende de una decisión política”.

El viraje tenía además su explicación política y tenía que ver con la performance de la gestión nacional en las encuestas. Así, mientras que en marzo Fernández tenía una aprobación del 56,3% y una desaprobación del 33,8%, de acuerdo a un estudio de la consultora Management&Fit, en junio la aprobación ya había bajado a 48,8% hasta llegar al 41,6% en el último sondeo de mediados de septiembre. El rechazo, en cambio, se mantuvo estable entre abril y julio, pero comenzó a trepar en agosto con el 43,8% hasta el 48,7% este mes.

Más allá de las medidas ligadas al ámbito de la salud y el despliegue de una estrategia sanitaria que en gran parte contó con respaldo, el Gobierno fue dosificando, en los últimos meses, algunos temas de su plataforma que habían quedado relegados por la cuarentena. La reforma judicial, el impuesto a la riqueza y el reciente recorte a la coparticipación porteña figuran entre los ejemplos que volvieron a encender la mecha política y recrudecieron el enfrentamiento con la oposición y motivaron marchas en rechazo con participación creciente.