Este lunes 1 de julio se cumplen 45 años de la muerte del expresidente de la Nación, Juan Domingo Perón, una figura amada e idolatrada por muchos, aunque también criticada y vapuleada por otros. Su partida conmovió a gran parte de la ciudadanía, quien copó las calles y mostró su emoción por tener que despedirlo. Sin dudas fue protagonista indiscutido de la historia del país durante el siglo XX.
"Con gran dolor debo transmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la paz y la no violencia", anunció ese día su esposa María Estela Martínez de Perón (Isabelita) al comunicar el deceso del mandatario. Perón, de 78 años, falleció por un paro cardíaco resultado del agravamiento de la cardiopatía isquémica crónica que padecía, según el parte médico dado por los doctores Pedro Cossio; Jorge Taiana; Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez, quienes fueron los encargados de certificar las causas de muerte.
“El señor teniente general Juan Domingo Perón ha padecido una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca, episodios de disritmia cardíaca e insuficiencia renal crónica, estabilizadas con el tratamiento médico. En los recientes días sufrió agravación de las anteriores enfermedades como consecuencia de una broncopatía infecciosa", manifestaron en un escrito.
“El día 1º de julio, a las 10.25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15”, completaron.
Después de su muerte, los restos de Perón fueron instalados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos, vestido con uniforme militar, donde se lo veló hasta la mañana del 2 de julio, momento en que fue trasladado a la Catedral Metropolitana donde se le realizó una misa, y luego conducido al Congreso de la Nación donde permaneció hasta el 4 de julio.
Por el interior del Palacio Legislativo se estima que desfilaron 135 mil personas. Además, más de un millón de argentinos —entre ellos varios de los que no pudieron ingresar al edificio gubernamental— salió a las calles para darle el último adiós. Dos mil periodistas de todo el mundo informaron de todos los detalles de las exequias.
Sobre ese día, el histórico dirigente peronista Lorenzo Pepe, quien en ese momento tenía poco más de cuarenta años, contó a PERFIL cómo se vivió la muerte del entonces jefe de Estado: "Vi a miles de mujeres y de hombres llorar a moco tendido, con sentimiento. Era como si se hubiera ido una especie de padre que nos protegía a todos, esa era la sensación que teníamos.Tuve la oportunidad de llegar a verlo en el ataúd en el Salón Azul así que cumplí con todo el rito que correspondía como un simple militante, joven, hacia un hombre que fue asumido como estoy seguro que millones de argentinos lo creen, como una referencia inexcusable, un líder que permanece en la historia luego de su partida", recordó.
La grieta se hizo a un lado. El día del velatorio, el radical Ricardo Balbín, brindó un discurso que pasó a la historia no sólo por una recordada frase, sino también por la importancia de expresarse en un momento así y dejar de lado las diferencias políticas.
"Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería el futuro, porque vino a morir para el futuro, yo le digo señora Presidente de la República (María Estela Martínez de Perón), los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir la permanencia de las instituciones argentinas que usted simboliza en esta hora", fueron sus palabras.
En medio del contexto de crisis que política que dejó su partida y tras una serie de proyectos truncos para ubicar sus restos, se determinó que su cuerpo fuera trasladado hacia el Cementerio de la Chacarita en donde estuvo hasta el 17 de octubre de 2006.
Ese año, y en esa fecha tan especial para sus seguidores —porque se celebra el Día de la Lealtad Peronista— sus restos fueron llevados a la quinta de San Vicente, la cual le perteneció en vida y en la actualidad funciona como museo, y colocados en un mausoleo construido especialmente dos años antes.
Durante el traslado se produjeron disturbios entre sectores del sindicalismo que empañaron lo que debía considerarse una jornada de celebración donde, el líder político, finalmente podría descansar en paz.
F.D.S./F.F.