El abogado Héctor Gustavo Alonso, ex esposo de la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, rechazó cualquier vinculación con la venta de un inmueble que motivó esta semana la apertura de una investigación judicial a partir de una denuncia anónima.
Esa denuncia, que según la versión de los tribunales llegó a la fiscalía de Carlos Rívolo a través de un papel de una persona anónima que lo tiró por debajo de la puerta de su despacho, originó una investigación preliminar para corroborar los hechos y después denunciarlos. Pero antes de que eso sucediera, la denuncia completa se publicó en Clarín y se convirtió esta semana en un expediente penal.
Según el texto anónimo, la procuradora habría comprado el edificio de Perón 667 a la tradicional familia Bemberg por $ 54.050.000, y habría direccionado la compra para favorecer a su ex esposo con parte de la comisión por intermediación, de más de $ 8 millones. Según el escrito que presentó Gils Carbó ante la Justicia, el inmueble estaba valuado por el Tribunal de Tasación de la Nación en $ 45.050.000 y el monto que se pagó, luego de una licitación, fue de $ 43.850.000, $ 1,2 millones por debajo de la tasación oficial. Además, aseguró que el Estado “no pagó ninguna comisión” y que su ex esposo no tuvo participación.
Alonso respondió por mail las preguntas de PERFIL y negó tener relación con el inmueble, sus ex dueños, la inmobiliaria y una sociedad que supuestamente habría canalizado el pago de una comisión irregular. Aseguró: “Estoy separado de Alejandra Gils Carbó desde hace aproximadamente 24 años y no conozco a ninguno de los sujetos que se mencionan”.
—¿A qué atribuye la denuncia?
—A generar un tema que complique a Gils Carbó y lograr su renuncia.
—¿Descarta por completo que la Justicia pueda llegar a encontrar algún nexo con los denunciados (más allá de su relación pasada con Gils Carbó) que pueda haberlo relacionado con la venta del edificio?
—Además de los nombrados en las preguntas anteriores, no sé quién más está mencionado por los denunciantes. De las personas antes mencionadas, hasta donde llega mi memoria, no conozco a ninguno, profesional o socialmente.
—¿A qué se dedicaba en 2013, cuando fue la transacción inmobiliaria?
—Me formé profesionalmente con el doctor Horacio Fargosi, maestro del derecho comercial, con quien estuve muchos años. Luego de su fallecimiento, el estudio que él fundó se fraccionó y me abrí con dos profesionales, siempre en la misma especialidad. Creo que también es bueno aclarar que nunca ejercí un cargo público o político y no estoy afiliado a ningún partido político.
—¿Cuál es su relación con la empresa dueña del inmueble, Alfinsa, de la familia Bemberg?
—Absolutamente ninguna.
—¿Cobró comisión o tuvo algún tipo de participación en la transacción inmobiliaria por el edificio de Perón 667?
—Ninguna participación. Me enteré de la compra cuando AGC –por Alejandra Gils Carbó– se mudó de la sede de la calle Guido a la nueva sede de Perón.
—¿Se dedica a negocios inmobiliarios?
—No actúo en la intermediación de la compraventa de inmuebles. Tampoco ninguno de mis clientes es agente inmobiliario. Soy abogado dedicado al derecho comercial-societario-concursal.
—¿Hizo alguna transacción con la Procuración?
—Ninguna, jamás.
—¿Cuál es su relación con la inmobiliaria Jaureguiberry?
—Los desconozco absolutamente.
—Usted fue investigado por un presunto fraude en perjuicio de Aerolíneas Argentinas, cuando era privada.
—Hasta la estatización de Aerolíneas ocupé cargos en ciertos períodos como síndico o como director. Desde 2003 se presentaron distintas denuncias penales contra los directores, síndicos y gerentes, en las cuales fui sobreseído o se dictó falta de mérito. Hay causas que se han dividido por su competencia y otras abiertas que no han tenido impulso procesal, y esto dura una eternidad. Lo que te aseguro es que no estoy procesado en ninguna causa penal. Si mal no recuerdo, (el fiscal) Gonella activó una denuncia general contra varias personas porque se estaba acusando a Angelina Abbona de inactividad en los temas de Aerolíneas.
—¿Qué se dijeron con Gils Carbó cuando lo llamó esta semana?
—El contacto de AGC no llegó a ser una charla. Fue para saber si yo conocía a alguna de las personas que se nombraban en la nota. Ya sabe la respuesta.