El Gobierno mandó a un espía a Roma. Se trata de Alejandro Colombo, un veterano agente de la ex SIDE, quien fue designado como agregado de la actual Agencia Federal de Inteligencia en la embajada argentina en Italia. Colombo tiene familiaridad con ese cargo, porque ya lo ocupó durante el menemismo.
Vinculado al mítico Esteban “Cacho” Caselli, ex embajador en el Vaticano, dirigente del Opus Dei y adversario de Jorge Bergoglio, Colombo se recicló como experto PRO en relaciones internacionales. Ahora, entre el secretismo obligado de la ex SIDE y cierto malestar en el entorno del Papa por su nombramiento, ocupará un cargo sensible, a la luz de la guerra fría que existe entre el macrismo y el Vaticano.
Desde el Gobierno se ampararon en la identidad reservada de los espías para no confirmar (ni desmentir) la designación de Colombo. Pero la noticia de su nombramiento ya se le filtró al oficialismo, al punto de que en el Vaticano se enteraron de la novedad: previsiblemente, a los operadores papales les cayó pésimo.
“Nos sorprende que el Gobierno piense enviar a un delegado de la AFI a Roma, que está fuertemente vinculado a Jaime Stiuso y Caselli, con el objeto de restablecer esos contactos”, afirmó el legislador porteño y amigo de Francisco, Gustavo Vera, de reciente paso por el Vaticano, a raíz de la Cumbre de los Jueces Contra la Trata de Personas y el Crimen Organizado.
Ante la mirada papal, la decisión macrista de poner a un espía en Roma resulta como mínimo antipática. Si bien se trata de un cargo institucional, acordado con Italia y cuyos objetivos están orientados a la lucha contra el crimen transnacional, la cercanía del funcionario designado con los sectores del Vaticano más enfrentados a Bergoglio despertó algunas sospechas. Y los antiguos vínculos entre Caselli y el espía Jaime Stiuso las potenciaron, en el marco de una bilateral muy tensa entre Francisco y el PRO.
Colombo ya había cumplido el rol de representante de la ex Secretaría de Inteligencia en Roma a lo largo de unos seis años. Esa etapa coincidió con el apogeo de Cacho Caselli en el Vaticano, desde donde aceitaron la relación. Alias “el Obispo”, Caselli fue secretario de Culto de Menem, cuadro del Opus Dei y militante del ala más conservadora de la Iglesia católica, con influencia directa sobre las internas vaticanas. Hasta 2011 fue senador de Italia en representación de América del Sur por el partido derechista de Silvio Berlusconi.
“Era un amigote de Caselli”, recuerda un funcionario de Cancillería que lo conoció, y a su vez padeció. “En el 2000, tanto él como Caselli se llevaban muy mal con la embajadora radical en Italia, Elsa Kelly. Y Colombo le hacía jugarretas: un día le hizo desaparecer el auto oficial”, recuerda.
El largo brazo de Caselli, algo debilitado desde la del menemismo, no logró impedir que su adversario Jorge Bergoglio actualizara su estatus en 2013: de arzobispo porteño a papa. Ese ascenso marcó el fin del reinado informal de Caselli y también, se suponía, la jubilación anticipada de Colombo como agente.
En 2002, vía el ex jefe de la SIDE Miguel Angel Toma, Colombo había conseguido estirar su carrera en el mundo de la inteligencia: bajo la presidencia de Eduardo Duhalde lo nombraron delegado de la ex SIDE en Madrid. Hasta que, en 2004, Néstor Kirchner mandó expulsar a todos los agentes vinculados al menemismo y a Caselli. Desde entonces, el cargo de agregado de la ex SIDE en Roma quedó vacante. En España y Alemania, sin embargo, el kirchnerismo mantuvo hasta 2014 a dos espías vinculados a Stiuso, según pudo averiguar PERFIL.
Ese año, Cristina Kirchner rompió su pacto con el stiusismo por una supuesta traición, y las esquirlas de la pelea llegaron hasta Europa. A su vuelta a la Argentina, Colombo se acercó al macrismo: en particular, a quien dirigía el área de Relaciones Internacionales del gobierno porteño PRO, Fulvio Pompeo. En 2010, Macri designó a Colombo como asesor oficial por sugerencia de Pompeo, lo que generó el rechazo de toda la oposición porteña.
Hoy Pompeo es secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia y, en la práctica, una especie de canciller en las sombras. La vuelta al ruedo de Colombo es otra muestra de su poder dentro del macrismo. Desde el Vaticano todavía esperan que el macrismo dé marcha atrás con el nombramiento del espía para evitar otro grado de tensión.