Alberto Fernández está acostumbrado a dejar los problemas domésticos de lado cada vez que viaja al exterior. Pero esta vez, por el contrario, se refugió en los conflictos internos y viajó a Corrientes por los incendios al tiempo que espera cerrar el fin de semana el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y se concentra en el discurso del 1° de marzo: miró de lejos la guerra en Ucrania.
El Presidente cree que la postura de Argentina quedó clara. A través de un comunicado de Cancillería se manifestó su “firme rechazo al uso de la fuerza armada” y llamó a Rusia a cesar las acciones militares en Ucrania horas después de que se conocieran las primeras explosiones en Kiev. El borrador pasó por varias manos. El canciller, Santiago Cafiero, lo repasó con Alberto Fernández, pero también con el vicecanciller, Pablo Tettamanti y con los embajadores Jorge Argüello (Estados Unidos) y Eduardo Zuain (Rusia). “Pidiendo paz y cuestionando el uso de la fuerza podemos seguir hablando con todos porque somos previsibles”, dicen desde el Gobierno sobre el vínculo con los dos países.
“Lo que hicimos hasta antes de que Rusia atacara fue marcar nuestros lineamientos de política exterior que tienen que ver con un llamado a la paz y el pedido de que el conflicto no escale. Cuando escaló, cuestionamos al que atacó”, explican desde el Gobierno ante las críticas por el giro del gobierno de Fernández, quien acaba de llegar de Rusia y agregan: “no hubo un cambio de postura, hubo un cambio en los acontecimientos”.
Fernández siguió la guerra de Ucrania a través de Cafiero, pero alejado del conflicto. Al mediodía viajó a Corrientes después de la fuerte polémica por la falta de acción del ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié. Tanto el jueves como el viernes mencionó en sus discursos que estos “son momentos muy difíciles para la humanidad” pero evitó ir más allá.
Ahora será Cafiero en la ONU quien vuelva a manifestar la postura oficial. El discurso presidencial del 1° de marzo podrá tener alguna alusión, pero el Presidente no mencionará ni a Rusia ni a Estados Unidos, a la espera de aprobar el acuerdo con el FMI.