La tranquilidad por el resultado electoral que reina en el Gobierno contrastó esta semana con las preocupaciones por las señales de alerta que surgieron en el tablero económico. Algunos funcionarios aseguran que la Argentina no sufrirá un impacto violento por las turbulencias internacionales. Otros, en cambio, están preocupados porque creen que 2012 será un año inevitablemente difícil.
Sin embargo, hay un aspecto en el que coinciden optimistas y pesimistas: es ineludible una reducción del gasto público para poder cerrar un déficit que se está tornando inmanejable. Así lo aseguraron a este diario cuatro altas fuentes del oficialismo. Inclusive hay consenso en que el ajuste se realice en los primeros 120 días ya que, admiten, la presidenta Cristina Fernández está dispuesta a asumir el costo político que implicarían las medidas.
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