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El Neronismo

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A pesar de los esfuerzos de Tácito y de Séneca por pintar a Nerón como un gran emperador, en el universo histórico la figura muta hacia una gestión marcada por el despotismo y la extravagancia y coronada por la locura del holocausto romano. El emperador creía que su proyecto megalómano iba a salvar el imperio y que era el único viable para la vida de los romanos. Han pasado 20 siglos y el kirchnerismo se viste con las túnicas de Nerón, apuntando a incendiar el país con el combustible inflacionario.

Mientras tanto, el modelo "K" sigue entregando postales de sus paisajes. Por un lado, ventas de automóviles, de propiedades y de electrodomésticos en topes máximos, un símbolo del consumo emparentado con los estratos medio y alto de la pirámide de ingresos. Por otro lado, los integrantes del sector con más bajos ingresos de la sociedad, desempleados o con trabajos precarios o informales, que viven hacinados en villas miserias queriendo copar por la fuerza espacios públicos y privados, ante la pasividad de las autoridades.
¿Un modelo para pocos? Lo cierto es que la realidad no se puede distorsionar y los grandes ganadores del modelo son los sectores de mayor ingreso.

En contraposición, quienes perdieron son los más pobres. ¿Esto es progresismo? Pero el gobierno echa mano a al viejo espejismo de querer nivelar semejante desbalance mediante un fenomenal aumento del gasto público que lejos de solucionar el problema, lo agrava enormemente, al generar inflación. A un año de las elecciones, el gasto público creció en noviembre a un nivel del 50 por ciento anual, respecto de igual mes de 2009. Si se especifica un poco más en las estadísticas oficiales, el gasto corriente y de operación aumentó casi el 86 por ciento, lo que revela el descontrol administrativo del gobierno.

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Al mismo tiempo, su desacertada política de estatizaciones le obliga a tener que subsidiar a esos entes que muestran groseros déficit que en el año se vieron triplicados, liderados por el elefante blanco Aerolíneas Argentinas. En su política de desendeudamiento, la administración Kirchner vio aumentar la deuda pública y los intereses que paga por ella.

Con todo, el gobierno sigue contabilizando como ingresos las utiliades del BCRA y de la ANSES para atender el crecimiento del gasto público, descapitalizando a ambos organismo y para mostrar que el Tesoro está en orden. Sin embargo, si se restara el dinero del BCRA y de los jubilados, la administración Kirchner habría registrado un rojo fiscal superior a los 1.000 millones de dólares en noviembre.

Y no sólo esto. Para mantener devaluado el peso y un tipo de cambio ficticio, el gobierno ordena al BCRA a emitir indiscriminadamente, aumentando la cantidad de dinero en circulación, como si fuera una poción mágica, cuando en realidad se trata de una pócima venenosa.
En otros términos, la inflación es veneno para cualquier sociedad, comienza destruyendo la moneda, luego va por la economía y finalmente por la sociedad misma. La inflación es una fábrica de pobreza. Un incendio voraz. Es el kirchnerismo que prepara el incendio. Es el kirchnerismo doctrinario de Nerón...

 

* Agencia DYN