Es el funcionario con más poder después de Cristina Fernández de Kirchner. Al menos eso es lo que informaron esta semana a sus países por lo menos tres embajadas de países centrales de vínculo fluido con la Argentina, informa esta semana la revista Noticias.
Es que Guillermo Moreno ya no es un histriónico actor de cabotaje. La creación de la flamante Secretaría de Comercio Exterior lo convirtió en una figura con injerencia puertas afuera.
Su protagonismo de cara al segundo mandato cristinista supera al del joven ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y solo es comparable al del ministro de Planificación, Julio De Vido. Sus intervenciones no tienen fronteras e ignoran el organigrama oficial del Poder Ejecutivo. Nada de lo que circula le es ajeno. Lo llaman “ministro de Operaciones Especiales”.
La Presidenta –que lo elogia en público más que a ningún otro funcionario– no dejó dudas cuando lo anunció el sábado 10, en su discurso ante la Asamblea Legislativa: “Comercio Interior y Comercio Exterior serán las dos caras de una misma moneda, que es el comercio de la República Argentina, y que no puede estar dividida. En estos cuatro años de presidencia me tocó ver que hay muchas ventanas separadas en el Estado con los mismos fines, y los que ya tienen gimnasia en estas cosas van por cada una tocando diferente a ver qué pueden sacar”.
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