Los tres son militantes paradigmáticos de la corporación judicial. Entraron a esa familia hace más de cuatro décadas; tienen perfil bajísimo y una afinidad somera con el peronismo de derecha. Curtidos en el arte de las intrigas palaciegas, coinciden en la línea del anti-garantismo. Liliana Catucci y Eduardo Riggi integran la poderosa Cámara Federal de Casación Penal desde su conformación, en 1992, de la mano del entonces presidente Carlos Menem. Carlos Mahiques, que llegó a la Casación con el apoyo del macrismo, fue ministro de Justicia de María Eugenia Vidal.
En el lapso de 48 horas, dos de sus fallos beneficiaron a Menem y a Mauricio Macri. Lo hicieron en la causa por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, en la que el senador Menem arrastraba una condena firme; y en la de las pinchaduras telefónicas, en la que el actual presidente había sido procesado en 2010.
Desde el Gobierno protestaron por el voto en favor de Menem. “Soy muy crítico. La aplicación del plazo razonable en un caso donde hay una sentencia no corresponde”, opinó el ministro de Justicia Germán Garavano.
Cerca de Macri, señalaron a un dirigente mítico del peronismo como operador de la decisión: el senador Miguel Angel Pichetto, quien consideró “razonable” la absolución de Menem. El enojo macrista pretende disimular un dato: el tercer integrante de la sala III de Casación (máximo tribunal penal por debajo de la Corte) es Carlos Mahiques, quien prácticamente entró por la ventana de esa Cámara. Tras un breve experiencia como ministro bonaerense de Vidal, Mahiques pasó de un tribunal nacional (que se ocupa de los delitos comunes) a uno federal (encargado de investigar casos de corrupción, narcotráfico y trata). Y lo hizo sin necesidad de haber concursado. Para conseguir el ascenso, recibió el respaldo del Consejo de la Magistratura, donde el macrismo impone su mayoría.
Mahiques empezó su periplo judicial en 1976, como secretario letrado bonaerense. Sus hijos siguieron el ejemplo. Cercano a Daniel Angelici, Juan Bautista Mahiques es funcionario en el Ministerio de Justicia y representante del Gobierno en el Consejo de la Magistratura. Ignacio, el otro hijo de Mahiques, es adjunto del fiscal Gerardo Pollicita. En 2006, Mahiques mezcló el trabajo con su fe católica. Como subrogante de la Corte bonaerense, votó contra la realización de un aborto no punible. La víctima era una joven con discapacidad mental que había sido violada por un tío.
En su salto hacia la Casación Federal, Mahiques tuvo un aval clave dentro de Comodoro Py: el de Liliana Catucci. Camarista desde 1992 y suerte de dama de hierro de los tribunales, Catucci entró al Poder Judicial en 1971. En 2015 tuvo una postura especialmente controversial: argumentó con firmeza para lograr la absolución del ferroviario José Pedraza, en la investigación por el crimen de Mariano Ferreyra. Pero quedó en minoría y no pudo torcer la condena de 15 años contra el sindicalista.
En esa misma causa, Eduardo Riggi también quedó bajo la lupa. El camarista fue denunciado a raíz de una escucha que evidenciaba maniobras para beneficiar a Pedraza. La Corte, sin embargo, lo terminó sobreseyendo. Al igual que Catucci, arrancó como judicial en 1971. Dos años más tarde, según reveló el sitio Chequeado, sería cesanteado por el gobierno de Héctor Cámpora. Riggi volvería a trabajar en 1978, nombrado juez por la dictadura de Jorge Rafael Videla.