Desde Roma
En Polistena, el pueblo calabrés desde donde emigró el abuelo de Mauricio Macri en los años cuarenta, no se enteraron a tiempo de la visita al Vaticano del Presidente para organizar “un viajecito a Roma para darle la bienvenida”. “¿En serio viene Macri a Italia? –dice por teléfono el alcalde Michele Tripodi–. No lo sabíamos acá”. Es quien colgó la bandera argentina en el concejo comunal cuando Macri fue de visita a conocer el pueblo de origen de su familia.
“Yo soy comunista, tengo un retrato del Che Guevara en mi despacho –dice Tripodi– y encima soy del Milan. O sea, soy totalmente de otro equipo en la pasión política y en el fútbol respecto de un hombre de derecha y encima de Boca, pero tengo un profundo respecto para un presidente electo democráticamente y represento a una comunidad calabresa muy orgullosa de que un hijo de emigrantes sea presidente de Argentina”.
Paolo Macri, primo del presidente y profesor universitario en Nápoles, recuerda que “sí, son hijos de emigrantes, pero de emigrantes que no llegaron a la Argentina con la valija de cartón. Giorgio, el abuelo de Mauricio, no emigró escapándose de hambre. Se fue en búsqueda de una vida nueva. El era una persona muy viva, ecléctica; cuando se fue de acá ya había sido empresario en la construcción, con negocios entre Italia y Africa. Decidió dejar Europa y jugarse la aventura en Argentina. Después de un tiempo lo alcanzaron los hijos, entre ellos Franco, el primogénito, que en ese entonces tenía 18 años. Yo vi a Mauricio mucho antes que fuera presidente, aunque más a menudo tuve contacto con su padre” dice.