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Escondido en el Presupuesto 2009, el Plan "B" de los Kirchner les vuelve a dar caja y los pone en carrera

El efecto "bicho bolita", es decir la decisión de la Argentina de replegarse sobre sí misma y de "vivir con lo nuestro" del matrimonio K, ha quedado en evidencia en la redacción de dos artículos del Presupuesto 2009.

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El efecto "bicho bolita", es decir la decisión de la Argentina de replegarse sobre sí misma y de "vivir con lo nuestro" que ha expresado abiertamente el matrimonio Kirchner en sus últimos discursos como un paradigma opuesto "al individualismo y a la especulación", ha quedado en evidencia en la redacción de dos artículos del controvertido presupuesto 2009 que, con media sanción en Diputados, suman un premio para el Tesoro de 8 mil millones de dólares, una forma que ha encontrado el Gobierno para gambetear la "malaria" descripta por la Presidenta. Ese es su verdadero Plan "B".

Mientras los políticos de la oposición resistían los Superpoderes en el Congreso y los expertos criticaban algunos parámetros bien controvertidos de la llamada Ley de leyes (inflación a 8% anual, dólar a $ 3,19 o los ingresos fiscales calculados sin considerar la crisis internacional), en una suerte de atención puesta hacia las hormigas que ha permitido el tranquilo paso del elefante, la aprobación de los artículos 72 y 74 de la Ley de leyes le empezó a acercar a la Administración parte de la solución que necesitaba para resolver los problemas de caja del año que viene, desde la economía, pero también desde la política. Con la aprobación definitiva de los dos cambios propuestos a las Cartas Orgánicas del Banco Central (una sutil modificación al artículo 20 que suma entre 4 y 5 mil millones de dólares a los límites actuales) y del Banco de la Nación (se permite la asistencia hasta 30% de los depósitos, otros $ 10 mil millones) dirigidos a ampliar los márgenes de asistencia al sector público, fuentes del área económica aseguran que la Argentina podría estar en condiciones en 2009 de asegurar números fiscales superavitarios, aunque le economía se desacelere.

Aún frente al deterioro objetivo de la fortaleza de las dos instituciones y a la manipulación política de sus autonomías, los fondos que se podrían obtener de ambas nuevas canillas sólo se usarían "si se necesitaran de modo perentorio, debido a la caída del nivel de actividad", se señala. En los últimos meses, para tapar agujeros, el Tesoro dejó de pagarle a los proveedores, se paró la obra pública y se echó mano también varias veces a fondos de la ANSeS, las utilidades del BCRA y hasta de la Lotería Nacional.

No obstante, afirman con un discurso que suena a una ortodoxia que va bastante a contramano de la verborragia presidencial, hoy la situación fiscal ha mejorado de tal modo que, aún sin incrementar la llamada deuda flotante o tomar a favor cualquiera de esos maquillajes contables, la tasa de variación del gasto es inferior a la de la recaudación y que eso se suma a la mayor dureza de la política monetaria (suba de tasas), el anclaje de la política cambiaria y a la decisión de mantener la política salarial atornillada. Otro beneficio que le encuentran los funcionarios a la masa de fondos que se podrá obtener del nuevo presupuesto viene por el lado del financiamiento para el año próximo, ya que un dinero de ese calibre podría comenzar a despejar la sensación de que se avanza hacia un nuevo default de la deuda, algo que los precios actuales descuentan como inevitable. "Claro que lo mejor sería ir al mercado de deuda voluntaria, pero si no se puede...", se conforman los funcionarios.

Además, no sólo quedó en claro que el operativo de arreglo con los bonistas, atado al ingreso de fondos frescos (U$S 2.500 millones) se ha paralizado por la crisis internacional, sino que ese sentimiento negativo de los mercados fue reforzado el jueves por el poco profesional anuncio que hizo el Gobierno de un canje casi forzoso de los Préstamos Garantizados "y otros títulos", tal como se dejó trascender casi deportivamente: "como no te puedo pagar, necesito que me canjees".

Como ejemplo de la incertidumbre que provocó el modo de plantear las cosas, vale observar qué ocurrió con el Boden 2012, uno de los bonos que quedó estigmatizado. Ese título público rendía el viernes nada menos que 42,5% anual, un nivel de oportunidad al que nadie se atrevió a ponerle el pecho, ya que no había compradores. Las ventas generales, casi a modo de desprecio, llegaron masivamente desde el exterior, con aportes de algunos bancos locales y así el riesgo-país trepó a casi 1.400 puntos.

La otra gran explicación a la tozudez del oficialismo por avanzar sin cambiar una coma en el presupuesto pasa por el lado de la política, ya que esa caja adicional le podría permitir a los Kirchner recuperar la iniciativa y, sobre todo, el beatífico poder de la chequera, cuya flacura actual es, para algunos, una debilidad manifiesta del Gobierno para seguir disciplinado voluntades, de cara a las elecciones del año próximo.

Tras los acontecimientos internacionales, que además diluye su propia responsabilidad en materia de errores en el manejo económico, el matrimonio presidencial ha visto agrandada su autoestima y al menos es esto lo que se preocupan por transmitir en sus discursos Cristina y Néstor, sin hacer ni la más mínima referencia a la toma de decisiones más ortodoxas ya mencionadas. Para ellos, y lo exhiben como estandarte de triunfo cada vez que pueden, el mundo ya ha girado hacia la receta que se pregona desde estas playas, una suerte de combinación sui-generis entre el keynesianismo y la Tercera Posición, con mayor intervención y activismo proteccionista del Estado, postura que, según la encuestadora I-barómetro, estaría avalando hoy 64,3 % de la población.

Todo esta parafernalia ideológica podría complementarse con un proceso de endurecimiento, tal como ha sido veladamente prometido por la Presidenta en algunos de sus discursos, a modo de advertencia, para disciplinar a los actores sociales que no sigan sus sugerencias, en nombre de la solidaridad. Lo que en otros tiempos podía entenderse como una expresión de voluntarismo, tal el pedido que se le ha hecho en estas horas a la CGT y a los empresarios más afines, un acuerdo que apunte a la estabilidad de precios y salarios e impida la pérdida de fuentes de trabajo, podría transformarse, si no se verifican los resultados que espera el Gobierno, en una suerte de control policial "a lo Moreno", tal la gráfica expresión de un habitante de la Casa Rosada.

Durante los últimos días, los gremialistas le hicieron saber al Gobierno que no se han bajado del todo de la pretensión de conseguir antes de fin de año un "bonus" por única vez de $500 (si es menos, no les importa), que las empresas se resisten a pagar en medio del panorama recesivo que se avecina y que los presupuestos oficiales, especialmente los de de las provincias, no tienen de dónde sacar. Por su parte, los industriales hicieron saber de mil maneras que necesitarían un dólar de $ 3,40 al menos para poder exportar y sembraron miedo con la eventual invasión de productos importados de China y Brasil. En relación a este país, la Argentina pidió primero un aumento el arancel externo común del Mercosur y ante la negativa brasileña, vía un discurso del ministro de Economía, Guido Mantega, quien le bajó el pulgar a las medidas proteccionistas ("no es momento de cerrarse", dijo) quizás para no entorpecer las gestiones del presidente Lula, quien sueña con destrabar la Ronda de Doha a favor de una menor protección agrícola que beneficie a los países productores, optó por poner trabas aduaneras para evitar subfacturación e ingreso de mercaderías a precios por debajo de su valor.

La Argentina ya había tenido diferencias sustanciales con Brasil en ese sentido e inclusive votó diferente hace unos meses, ya que la contrapartida de liberalización del comercio es la posibilidad de que muchos bienes industrializados de Europa y los EE.UU. lleguen al Mercosur, situación que aumentaría la desazón de los industriales vernáculos y le daría nuevas alas al campo, hoy enfrentado nuevamente con el Gobierno. Para la UIA, el caso Brasil es el que más los desvela, ya que consideran que las devaluaciones producidas en ese país le quitan competitividad a la producción local. Sin embargo, el Gobierno no está dispuesto a seguir el mismo camino que los vecinos, al menos en materia cambiaria y el BCRA se empeña en llevar el valor del dólar escalón por escalón, atendiendo a parámetros monetarios y de comercio exterior, en lo que se ha dado en llamar "flotación administrada".

Desde la filosofía del esquema, los funcionarios explican que "ya sabemos cómo terminan las indexaciones (el 'rodrigazo' y Alfonsín) y los anclajes (la 'tablita' y la Convertibilidad) y que los extremos no han dado resultados. Por eso nos dedicamos a seguir la demanda de dinero, algo crucial y el tipo de cambio real multilateral, derivado de la estructura de comercio de la Argentina con el mundo, sin los commodities. Con los valores de estos días, ese tipo de cambio actual está 60% por encima de la Convertibilidad y 20% arriba del promedio de los últimos 20 años. Luego, se genera incertidumbre cambiaria para convencer".

En cuanto a la solidez de los bancos locales, los interlocutores del Estado coinciden con la mayoría de los analistas del sector privado y dicen que, a hoy, el sistema financiero ha duplicado su capital en los últimos cinco años, que la liquidez actual cubre 50% de los depósitos, que no hay más descalce de plazos ni de monedas, que los créditos irregulares representan sólo 3% de la cartera y que ha mejorado la calidad de los activos, con mucho menor exposición al sector público. En este aspecto, los funcionarios no compran del todo la teoría del blindaje logrado por el país a fuerza de encerrarse sobre sí mismo y aunque no se les escucha ninguna expresión de euforia, tampoco dicen nada que comprometa la teoría oficial del proteccionismo, situación en la que los argentinos tienen para recordar más de una experiencia que los ha llevado a más inflación, menos empleo y más recesión. En su profesionalismo, sólo refieren que "esta semana se tranquilizaron las aguas, pero el partido continúa". Es que seguro saben, además, que el bicho bolita es una plaga.