El ingeniero Daniel Montamat fue presidente de YPF desde 1987 hasta 1989 bajo la presidencia de Alfonsín y, luego, secretario de Energía de la Nación en el gobierno de la Alianza (1999/2000).
Obviamente, en estas horas en las que el tema YPF ha logrado desplazar de las primeras planas el tema del vicepresidente Boudou, la mirada de Montamat es particularmente interesante.
—Yo creo que han querido tocar el corazón de los argentinos con el tema de la reestatización de YPF –explica mientras un tardío verano entibia Buenos Aires–. Pero también pienso que toda esta situación puede terminar pegándonos en el bolsillo. Le repito que han querido tocar el corazón porque han hecho surgir un símbolo detrás de la sigla de YPF. Han hecho surgir la imagen de Mosconi. Sin embargo, no creo que puedan reencarnar en esta YPF de hoy el espíritu de Yrigoyen y de Mosconi.
—Explíqueme por qué.
—En primer término porque pusieron el carro delante del caballo. La Argentina tiene, efectivamente, un serio problema energético que se deriva de la política energética que ha venido desarrollando esta administración y que, en resumidas cuentas, entrampó a un sector de corto plazo en la coyuntura. Le explico: esto se ha hecho con señales de precios cambiantes, intervenciones discrecionales y sin un plan estratégico para las próximas dos décadas. ¿Consecuencia? Bueno, empezó a declinar la producción, cayeron las reservas y Argentina volvió a importar. Hoy, la importación es algo serio para las cuentas externas del país (porque demanda divisas-dólares) y también para las cuentas fiscales porque si usted no quiere trasladar esos precios internacionales al mercado doméstico el fisco tiene que hacerse cargo de la diferencia. ¿Cómo? Primero con nuestros impuestos y ahora con impresión (esboza el gesto de contar billetes) inflacionaria Con la maquinita. Entonces, hay problemas energéticos serios. El Gobierno decidió asumir este problema y eso está bien. Antes no tenía problemas de energía pero cuando asume el problema energético en vez de decir “cambio el guión de la película” o “cambio la película” afirma que toda la responsabilidad es de uno de los actores de la película YPF. ¿Qué hace entonces? Cambia el actor y afirma que la película va a mejorar. Pero no advierte que si la película es mala, aun cambiando un actor no va a evitar que siga siendo mala.
—Entonces, ¿qué debería hacer el Gobierno?
—El problema es que el Gobierno debería haber decidido una estrategia de largo plazo. Un cambio de la política energética. Por eso hablo del carro delante del caballo.
—No sé si me equivoco, ingeniero, pero ¿no le exportábamos gas a la ciudad de Santiago de Chile a través de la cordillera?
—En todos estos años hemos venido usando la totalidad de los stocks de energía que teníamos gracias a esta política populista. Y, efectivamente, teníamos disponibilidades para compromisos de exportación a Chile… Bueno, los fuimos cancelando. Hoy, las exportaciones a Chile son sólo testimoniales. Prácticamente nada. Mire, exportamos petróleo pesado pero importamos mucho más. Ya en 2004 comenzamos a importar gas de Bolivia y ahora importamos gas natural por barco. Hay un cálculo que se hace entre importaciones y exportaciones de este sector y se llama “balance comercial de energética”. Esa cuenta era superavitaria hasta 2010. Es decir que –el tono de Montamat se hace apremiante– hasta esa fecha la energía le aportaba divisas al balance comercial.
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