POLITICA

Habla el ex combatiente que denunció los "estaqueos" en Malvinas

A 30 años de la guerra, Rubén Darío Gleriano habló con Perfil.com sobre su regreso a las islas, la causa judicial y el reencuentro con su torturador. Galería de fotos

Rubén Darío Gleriano como soldado durante la guerra de Malvinas
| María Laura Abeijón Sarquís- Perfil.com

Rubén Darío Gleriano es ex combatiente de la Guerra de Malvinas, Presidente de la Asociación Nacional de Deportes para Veteranos de Guerra de Malvinas y fue el Presidente del Centro de Ex Combatientes de Mar del Plata durante diez años. Fue torturado por sus superiores durante la guerra y es uno de los querellantes de la causa que hoy espera a que la Corte Suprema de Justicia de la Nación resuelva si los delitos y vejámenes cometidos contra los soldados conscriptos durante el conflicto son delitos de lesa humanidad. A 30 años del desembarco argentino en las islas, Gleriano regresará por primera vez al lugar de la contienda.

- ¿Qué esperaba de la guerra y con qué se encontró?
- Deseábamos no enfrentarnos a nadie y mucho menos tener que matar a un ser humano pero nos encontramos con un lugar muy hostil, no solamente por la inclemencia del clima sino también por la frialdad de los isleños. Uno de los recuerdos más vívidos que tengo es cuando un misil impactó en uno de nuestros radares y se llevó la vida de cuatro amigos. Yo tenía dieciocho años y me enviaron a matar o morir con la única premisa que tenía la dictadura: ganar la guerra.

- ¿Cómo fue el regreso a la Argentina?
- Me trajeron como prisionero de guerra en el buque Norland Hall que me dejó en Puerto Madryn el 20 de Junio de 1982. Los militares nos trasladaban de noche, sin mostrarnos a la sociedad y durante una semana nos mantuvieron encerrados en la escuela Gral. Lemos de Campo de Mayo donde hicieron un sistema de engorde y de limpieza a cada uno de nosotros. Por último, nos hicieron firmar un pacto de silencio según el cual no podíamos contar nada de lo que había sucedido.

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- ¿Qué tipo de torturas le infligieron sus superiores en Malvinas?
- Fui estaqueado el 27 de mayo de 1982 por ir a buscar comida después de haber pasado dos días sin alimentarme. Cuando volví a mi posición me estaban esperando el Subteniente Alemansor, el Cabo Primero Salicas y el Cabo Pedro Valentín Pierri. El Subteniente Alemansor le ordenó al Cabo Pierri –actualmente funcionario en la Dirección General de Escuela de la provincia de Bs. As. con sede en La Plata- que me estaqueara por mi acto de indisciplina y se retiró. Me tuvieron desde las 16:10 hasta las 00:00 hrs. al lado de 150 tanques de combustibles y lo único que rogaba era que no cayera una esquirla en uno de los tanques y muriera quemado. Cerca de las 19:15 hrs., después de un cañoneo naval, perdí el conocimiento por la hipotermia hasta que fui rescatado por dos compañeros de pozo: Eduardo Basualdo y Julio Acuña, Soldados Clase 1963.

- ¿Por qué presentó la denuncia por torturas en la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense recién en 2006?
- Hasta ese momento nadie nos quería tomar la denuncia por escrito. Fuimos tratados de mentirosos y de desvirtuar lo que había sucedido. Cuando volvimos al cuartel en junio de 1982 nos entregaron unas planillas y uno de los puntos era: observaciones: en caso de haber sufrido algo que usted considere sobresaliente, delátelo. Me rompieron la planilla ocho veces para que no relatara mi estaqueo. Yo siempre conté lo que pasó pero el hecho tomó relevancia en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos para Veteranos de Guerra de 2001 en Tandil donde me encontré con el ex Cabo Pierre.

- ¿Cómo fue el reencuentro con la persona que lo había torturado en Malvinas?

- Cuando ingresé a la cantina del regimiento, el ex Cabo Pierre, en un acto de burla y con un montón de testigos, dijo: "¡Miren quien entra ahí! El negro Gleriano. Pensar que yo lo estaqueé en Malvinas, pero como lo quiero". Yo me acerqué y le dije: el tiempo va a decir quién fuiste vos en Malvinas y quién fui yo.

- ¿Qué respuesta obtuvo de parte de la Secretaría de Derechos Humanos?
- Se puso a trabajar inmediatamente para que yo dejara asentada la denuncia y citó a los testigos del hecho en la guerra y a los que escucharon en 2001 lo que el ex cabo Pierri había dicho.

- ¿Cómo califica la situación actual de los ex combatientes?
- La problemática aún no ha sido solucionada. Si bien a partir de 2005 los veteranos a nivel nacional fuimos dignificados por la política que desarrolló el Gobierno de Néstor Kirchner -que nos aumentó la pensión en un 130%- aún no se ha llevado a cabo una política de estado para nuestro sector como venimos reclamando. A 30 años del conflicto no tenemos la cobertura y la contención necesaria para tratar el síndrome de estrés postraumático de guerra. El mayor problema se da en el interior del país donde los compañeros siguen siendo olvidados y convocados solamente para conmemorar el 2 de abril de cada año. Aún quedan muchos beneficios por otorgarnos y un reconocimiento por parte de toda la sociedad Argentina.

- ¿Está de acuerdo con las medidas de Cristina Kirchner con respecto a la lucha por la soberanía de las Islas?
- Creo que está actuando de manera correcta pero para ir al fondo de la cuestión tendría que presionar aún más al sistema de las empresas británicas en nuestro país. Nosotros, los ex soldados conscriptos combatientes, sabemos por experiencia que la mejor manera de recuperar las islas es por la vía pacífica y diplomática, preparando cuadros de militantes y diplomáticos ante los foros internacionales y convenciendo a Latinoamérica y al resto del mundo de que los enclaves coloniales no sirven de nada.

- ¿Cuál es la importancia de la desclasificación del informe Rattenbach?
- Estamos totalmente de acuerdo con su desclasificación. En los años ´80, cuando dijimos que el informe reflejaba lo que los militares habían hecho en la guerra,  muchos de los legisladores se reían de nosotros. Incluso fuimos los primeros en denunciar que dicho informe no contaba con testimonios de soldados, de modo que en ningún momento se especifica el frío que hacía en las islas, las torturas y vejámenes que se cometieron ni la forma de distribuir la comida según el rango. Tampoco cuenta qué ocurrió con las donaciones que hicieron 28 millones de argentinos para que no tuviéramos necesidades durante la guerra: el último gran robo de la dictadura militar.

- ¿Cree que el ciudadano argentino está realmente interesado en recuperar las islas o se conforma con el lema “las Malvinas son argentinas”?
- Una gran parte de la sociedad lo usa como pretexto para contestar ante un tema tan delicado por no conocer lo que significó y lo que significa dicha causa. Muchos no saben, o no quieren aceptar, que si la Guerra de Malvinas no se hubiera dado en ese marco, la salida a la democracia no hubiese sido tan fácil.

- ¿Preferiría que se rememore la guerra el 14 de junio – fecha en que finalizó - en lugar del 2 de abril?

Seria mejor no evocar ninguna de las dos fechas porque la guerra es lo más bajo que tenemos los seres humanos. No hay vencidos o vencedores sino un montón de perjuicios para quienes formaron parte de la contienda. Levantar a un compañero, cargarlo o enterrarlo pasada la guerra es una miseria atroz. Quedan pedazos de humanos de ambos lados con cicatrices y mutilaciones no solamente en sus cuerpos sino en sus mentes y espíritus que nunca terminan de cerrar.

- ¿Qué significa volver a las Malvinas 30 años después?
- Desde el primer aniversario tengo la necesidad de volver pero sabía que tenía que buscar el momento justo para hacerlo. En estos 30 años he atravesado situaciones complejas que han demorado mi retorno. En el 82 fui estaqueado por ir a buscar comida,  a los pocos días cumplí 19 años en Malvinas y tres días después un misil se llevó la vida de mi compañero y amigo Jorge Alberto Llamas (SC 1962). Una vez en Argentina fui perseguido por los servicios de inteligencia del estado por mi militancia como ex combatiente y me llevaron preso once veces entre 1984 y 2009. Cuando cumplí 30 años falleció mi primera hija llamada Malvinas Soledad Gleriano y a los 41 falleció mi segundo hijo. Hoy cuento con el apoyo de mi señora y de mis hijos que entienden mi necesidad de volver. Todos los soldados que han vuelto a las islas me dijeron que más allá de la ansiedad por llegar, lo más especial es el regreso al país; y yo espero contar con el grado de contención que no tuve en el ´82.

(*) Especial para Perfil.com