POLITICA

Inquietud en los sótanos del poder

default
default | Cedoc

Es seguro que la presidente Cristina Fernández de Kirchner asista en los próximos días a una de las experiencias que tanto la disgustan y que describe con anacronismo como los "ríos de tinta" derramándose sobre una admnistración que insiste en presentar la manipulación de noticias como una democratización de la palabra.

Muestra de esa oscura y alambicada paradoja resultaron los diputados del Frente para la Victoria liderados por una de sus jefes espirituales, Diana Conti. Pasó de reclamar que fuese pública la audiencia reservada de la comisión de Legislaciòn Penal a la ausencia lisa y llana de los representantes de ese bancada.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Si la información es poder, la muerte de Alberto Nisman dejó al desnudo el fuerte sistema de casta que predomina en el kirchnerismo para facilitar el acceso y circulación de las que sirven para tomar decisiones con eficacia. El fuerte contraste entre privilegiados y excluidos fue puesto en evidencia por expresiones de quienes, en apariencias, encarnan la figura de altas autoridades del Gobierno.

Aníbal Fernández marcó claras diferencias con Jorge Capitanich y Héctor Timerman. Acaso el único idóneo del oficialismo en comprender que argumentar a favor de la posición propia es aconsejable ponerse en lugar del otro, el secretario general aceptó que "no tiene nada de normal" la aparición sin vida del cuerpo del fiscal.

Tan errático como para marcar diferencias entre su conducta pública y privada en la reciente marcha en París por el atentado al semanario Charlie Hebdo, el canciller de la Argentina primero intentó esquivar a la corresponsal de TN en Nueva York y luego promovió un inquietante diálogo de medias palabras: primero procuró desentenderse de dar una opinión con un “recién bajo del avión" para después admitir que supo por un mensaje de texto de la desaparición del fiscal.

Más nervioso que de costumbre, el jefe del Gabinete confirmó lo profundo del renunciamiento al método del que se jactó para sobrevivir en la lucha que libra en inferioridad de condiciones desde su asunción. Por segunda vez, debió guardar para mejor ocasión su hueca retórica de intercambio con la prensa. Tal vez llegaron en blanco los tarjetones que alimentan los mitos del Palacio y que le enviaría cada noche la Presidente con los ideas a defender el día siguiente.

Puede que sea un indicio para comprender, aunque no para justificar, el silenciamiento de las habituales voces del elenco oficial. En tiempos de crisis la agenda de la opinión pública halla baja o nula satisfacción en la que propone las dirigencias, más a gusto con traducir en propuestas electorales de dudosa fidelidad temas de alta sensibilidad en tiempos de campaña.

Proveer seguridad en medio de un proceso económico mundial que marca límites a sus competencias jurídicas y políticas es un desafio complejo. Muy en especial en los países emergentes. Furgón de cola en un escenario gaseoso e inestable. La Presidente lo sabe mejor que muchos de sus colaboradores.

El caso de Nisman pone a prueba algo más que la sagacidad de los funcionarios de turno para embellecer lo que parece una tragedia estructural y presentarla como un incidente individual. No todo lo que se oculta u omite bajo la justificación de una razón de Estado merece ese rótulo. Que quede demostrado es el temor de quienes administran los sótanos del poder.

 

(*) Titular de la cátedra Planificación Comunicacional, UNLZ.