POLITICA
después de las elecciones

Jorge Taiana: “Si no desdoblábamos, con Trump nos ganaban hasta los Concejos Deliberantes”

En su primera intervención pública después de las elecciones legislativas, Jorge Taiana analizó los resultados con mirada crítica. Según el exfuncionario, la intervención del presidente estadounidense fue determinante para frenar una debacle que podría haber afectado incluso a la representación local, y subrayó la necesidad de que el peronismo avance, no sólo en unidad, sino también en la consolidación de propuestas políticas claras de cara al futuro. “No porque sea una cuestión técnica, sino porque me parece que no había consensos políticos suficientes como para ponerlo en marcha”, reconoció sobre la ausencia de una alternativa superadora en Modo Fontevecchia, por Net TV.

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Taiana. “La inflación muy baja y ese dólar chato han transformado a la Argentina en uno de los países más caros del mundo, donde vivir es muy caro, comprar es muy caro y, por supuesto, producir y exportar es casi imposible”. | captura video

Jorge Taiana es político y sociólogo. Fue ministro de Defensa de la Nación entre 2021 y 2023, senador nacional entre 2019 y 2021. También fue presidente del Parlamento del Mercosur y legislador por Buenos Aires. Además, se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, entre otros cargos. En las recientes elecciones logró ser electo como diputado nacional por Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires.

—Es la primera intervención pública después de las elecciones, así que me gustaría primero escuchar tu balance de lo que pasó antes de iniciar yo las preguntas.

—En realidad, si uno mira el resultado de las elecciones, el proceso electoral tuvo tres etapas, a mi entender. Una primera etapa en donde estaba muy fuerte el Gobierno, se lo daba casi por vencedor en todos lados. Estamos hablando del 25. A lo largo del 25 el Gobierno parecía fuerte, los primeros seis meses. Muchos adelantaron elecciones, incluso para perderlas por poco y no ligarlas, o para tratar de despegarlas. Y los primeros seis meses se parecieron fuertes.

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Después comenzó una curva descendente que tuvo que ver con dos variables. Una variable económica, en donde esa especie de repunte que se anunciaba en el primer semestre se cayó, y entramos en una recesión en la que estamos. O sea, ya tenemos dos trimestres de caída del producto bruto, lo que cambió el ánimo económico. Y comenzaron más despidos, suspensiones y una caída del consumo muy grande, básicamente por ausencia de recursos de los consumidores. Y ahí esa situación económica adversa se unió con denuncias muy fuertes y muy centralizadas al poder, de corrupción, y terminó con estas acciones que llamaron mucho la atención por la crueldad del Gobierno con jubilados, con discapacitados, con la gente del Garrahan. Se combinaron, creo yo, esos tres elementos y una situación financiera que convergió con la situación económica.

Es decir, abajo, en la economía cotidiana, no llegar a fin de mes era la frase. Y arriba, la fragilidad, la desaparición de los dólares, la caída de las reservas, estaban llevando a una crisis. Hay que pensar que el Gobierno se comió, en el año este, el superávit comercial, que era muy grande; se comió los 31 mil millones de dólares del blanqueo; se comió prácticamente los 20 mil millones de dólares que pidió al Fondo Monetario en adición; y luego los 7 mil millones de la caída de las retenciones, que presuntamente iban a ir para los productores y fueron para los exportadores. Y me estoy olvidando del oro: el oro que no sabemos dónde está y que se fue. O sea, el Gobierno gastó un montón de dinero, básicamente, ¿para qué? Para sostener un carry trade que mantuviera el dólar chato y, por lo tanto, la inflación muy baja.

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—La contraparte de eso es que esa inflación muy baja y ese dólar chato han transformado a la Argentina en uno de los países más caros del mundo, donde vivir es muy caro, comprar es muy caro y, por supuesto, producir y exportar es casi imposible. Esta segunda situación llevó a que hubiera un creciente malestar y una mejora de la oposición en las encuestas. Eso me parece que se vio en todas partes. Y esto se mantuvo, y se vio claro en el caso de la provincia de Buenos Aires, donde se obtuvo un triunfo bastante amplio. No con mucha participación, es decir, se mantiene un nivel de desánimo con la efectividad del mecanismo democrático para resolver problemas de la gente en un sector significativo de la sociedad. Con la ayuda que votaron los extranjeros, que en la provincia de Buenos Aires son un millón en el padrón. Es un número grande.

Ese escenario se mantuvo con una tendencia al deterioro del Gobierno y una perspectiva muy incierta, hasta la intervención de Trump. Hasta la reunión con Trump, y luego, la intervención en la misma, donde Trump anuncia primero, muy confusamente, porque no se sabe: primero hace una especie de extorsión. O sea, dice: “Yo los ayudo si gana este hombre, si gana Milei”. O sea, hizo un apoyo muy decidido a Milei. Si no, nos vamos y no damos ayuda.

Pero comprometió ayuda de un swap y de distintas formas. No fue muy específico. Y luego se da el hecho inédito en la Argentina, y con pocos antecedentes en el mundo, en donde Estados Unidos compra moneda local con dólares. O sea, trae dólares para quitar la presión sobre el dólar y evitar que siga subiendo en un momento en que el Banco Central se había quedado sin dólares, sin reservas, y en donde se acercaban las elecciones.

Creo que eso produjo un efecto fuerte en el electorado e hizo que mucha gente revisara su voto ante el “lunes negro”. Es decir, apareció la idea de que si ganaba la oposición, iba a desaparecer la ayuda de los Estados Unidos, los mercados abrían a cualquier cifra, y, por lo tanto, el Gobierno y la economía se iban un poco al miércoles, y nadie sabía qué pasaba.

Nosotros, que éramos la oposición, vimos el precipicio, denunciamos que íbamos al precipicio, pero creo que no tuvimos la capacidad, el momento o la fortaleza para anunciar una alternativa. Es decir, no estamos en condiciones de ser una alternativa de gobierno, de decir: “Bueno, hay que hacer tal cosa o hay que hacer tal otra para salir de la crisis”.

Se dio un fenómeno raro, y es que una elección fue definida por la intervención de un presidente extranjero: del presidente del país más poderoso del mundo. Pero su intervención directa, creo, ayudó a definir la elección. Y en la elección lo que resultó es un triunfo amplio del oficialismo en muchos lugares y una inversión del resultado del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Se había ganado, y ahora se ha perdido, casi empatado, digamos. ¿Qué diferencia de votos hay? En los votos nuestros son prácticamente los mismos. Si uno descuenta el voto inmigrante, sacamos los mismos votos. Lo que sucedió es que votaron muchos más opositores.

Es decir, si uno mira los padrones, ve que el voto opositor, que se lo puede definir bastante fácilmente, es un voto joven, varón, soltero, que vive con los padres, ese voto, además del voto antiperonista tradicional, fue el que movió la aguja. Y fue en manada a votar ahora, y no había ido el 7 de septiembre. El 7 de septiembre estaban distanciados, enojados con el Gobierno; son más las fuerzas del cielo contra la estructura tradicional, y ahora fueron a votar. Es el mejor resultado que obtuvimos los peronistas en la provincia de Buenos Aires en elecciones de medio término desde 2005.

Yo participé en las elecciones del 2005; en la elección del 2005 era tercero en la lista de diputados. La encabezaba Alberto Balestrini, la segunda era Cristina Álvarez Rodríguez y el tercero era yo. Ganamos. No asumí porque el presidente Kirchner me designó canciller, así que no asumí. Fui electo, pero no había asumido. Y ganó Cristina, que era candidata a senadora, que fue la gran competencia por la hegemonía dentro del peronismo, donde Cristina derrota a Chiche Duhalde y sacamos una. Después de esa elección, perdimos todas las intermedias.

Ganamos la del 5, perdimos la del 9 con Cristina presidenta en su primer mandato. Perdimos la del 13 con Cristina presidenta en su segundo mandato. Perdimos la del 17, donde yo fui con Cristina candidato a senador, y la ganó Esteban Bullrich, en el único mandato de Macri. Y perdimos la del 21, de nuevo siendo oficialismo en el gobierno de Alberto Fernández. O sea, las elecciones de medio término no se nos dan bien a nosotros en la provincia de Buenos Aires. En otras provincias que quizás tienen mayoría más fuerte peronista puede ser distinto. Pero lo cierto es que lo que pasó es que hicimos la mejor elección de los últimos 25 años e igual perdimos.

—Entonces, permitime tomar tu balance y plantearlo así: si las elecciones se hubiesen unificado en lugar de desdoblarse en septiembre, todas juntas en octubre, ¿qué hubiese cambiado?

—Es difícil saberlo. Tú sabes que, en general, la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Uno puede decir, bueno, ese triunfo no lo hubiéramos avivado, si no hubiera salido la oleada en contra, porque funcionó como un balotaje, por ejemplo. Es un argumento casi cristinista: “Estuvo mal separado, porque eso funcionó como un espacio y entonces se juntaron toda la contra para poder tener ese resultado. Si no desdoblábamos las elecciones, con la ayuda de Trump, nos ganaban hasta los Concejos Deliberantes”.