POLITICA
de “lo peor ya paso” a “lo peor esta pasando”

La comunicación oficial se adapta: apela al realismo y deja el optimismo para 2019

Interpretan que, como las expectativas están tan bajas, ya no hay lugar para el tradicional “Sí, se puede”. Creen que la salida de la crisis permitirá quedar fortalecidos para la elección.

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Magdalena. Hasta ahí viajó la gobernadora María Eugenia Vidal para participar del timbreo. | Prensa Cambiemos

Producto de la nueva situación política, económica y social, el Gobierno decidió guardar en un cajón hasta 2019 el discurso optimista y apelar a uno más realista que esconde un objetivo comunicacional: que un 2019 con magros resultados económicos pueda presentarse como un logro en la comparación e incluso se le pueda incorporar una pizca de épica por la situación superada.

Es lógico que las crisis hay que afrontarlas con políticas públicas de contención, que tengan un impacto en la economía real, pero también es clave abordarlas desde la comunicación gubernamental. Y en ese doble juego está enmarcado el Gobierno ahora que la corrida cambiaria parece haber quedado atrás y lo que se viene es el impacto en la actividad económica.

Según pudo reconstruir PERFIL, hay una variable clave que obliga al Gobierno a cambiar de estrategia: las expectativas. La visión del futuro que se espera está en el punto más bajo de la gestión, con un presente que se muestra mucho más dificultoso. “Hoy quedás desenganchado con el discurso del ‘Sí, se puede’”, es el razonamiento de los cerebros detrás de la comunicación.

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En las últimas semanas, encuestadores cercanos al Gobierno comenzaban a alertar con la necesidad de cambiar el relato, porque los principales pilares que sostienen el discurso de Cambiemos están en problemas y en el corto plazo no se ven posibilidades de estar mejor. De “lo peor ya pasó” a “lo peor está pasando”

Estrategia. ¿Hay una sobreactuación de la crisis por parte del Gobierno? Los funcionarios lo niegan y repiten que se está asumiendo la gravedad de la situación. En los últimos días las principales figuras salieron a hablar abiertamente de la crisis.El propio Mauricio Macri, en la conferencia de prensa de la semana anterior en Olivos dio el puntapié inicial y habló de la “tormenta”. Nada de seguir minimizando y hablar de “turbulencia”, como se hacía hasta pocos días antes.

Esta semana, tanto Dante Sica como Jorge Triaca fueron contundentes al analizar datos de sus carteras. El titular de Producción, ante empresarios pymes, dijo que “estamos entrando en el peor trimestre del año” y vaticinó que se va a dar “una fuerte desaceleración”. En Trabajo, en tanto, presentaron un informe sobre el mercado laboral en el que se concluyó que “se observa una importante disminución con relación al mes pasado (en las expectativas netas de creación de empleo)”.

Un funcionario con despacho en Casa Rosada hace su interpretación. “Sí, es momento de ser realistas. Yo estoy convencido de que 2019 nos va a encontrar creciendo de nuevo, pero nadie nos pide las metas de ‘lo peor ya pasó’”, sostiene en referencia a una muletilla que ya desgastó el Gobierno. Y agrega: “No nos sirve ir regalando optimismo por ahí”.

Otro funcionario reconoce que “desde lo electoral puede servir” la estrategia de sobreactuar la crisis. “Pero es riesgoso porque también tenemos que negociar con gente que si ve que estás en una crisis terminal después no te aprueba nada”, señaló. De todas formas, dejó sobre la mesa dos conceptos que dan sustento a la estrategia de cierto “realismo subestimador”.

Primero, “la comparación en 2019 va a ser mejor”, reconoce. Los números de actividad económica de mayo, por ejemplo, mostraron una contracción del 5,8%, explicado sobre todo en el derrumbe del agro por la sequía (y el resto de la economía que no ayudó a compensar). En mayo de 2019, en tanto, confían en que los números pueden ser opuestos. Lo mismo pasaría con variables como empleo y salario (este año los números van a ser negativos), inflación (ya reconocen que difícilmente esté por debajo de 30%) y pobreza (los próximos números van a mostrar un aumento). Y segundo, considera que salir bien parados de la crisis puede ayudar a montar la imagen de Macri como un buen piloto de tormenta.

En esa misma lógica coincide uno de los hombres que analiza constantemente las encuestas. “Podés lograr que la gente diga que al final no fue para tanto y que la pudieron resolver bien”, sintetiza con la lógica de darle cierta “épica” a la salida de la crisis. Alguno llegó a ironizar con la necesidad de pedir “sangre, sudor y lágrimas”, pero que al final no se necesiten tantas.

¿Puede fallar? Nadie vio venir la corrida cambiaria, por lo que si algo aprendieron en el Gobierno a dar todos los pronósticos por cierto. Y en ese sentido, la estrategia de remarcar tanto la situación de crisis también funciona para el escenario negativo: “Si se pone muy mal, también se puede decir ‘te avisé’”. “Pero no es lo que esperan en la Rosada”, aclara el hombre de las encuestas.

Optimismo. Otro de los que salió a dejar en claro la crisis fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Dijo que los próximos meses van a ser más “recesivos”, “un poco más tormentosos y fríos”. Se entiende que hoy el horno no está para discursos esperanzadores: “Está claro que la mayor dificultad es la administración de la expectativa. Uno de los errores que más miramos es haber generado la percepción de que el camino iba a ser más fácil y subestimar las complejidades”, describió el funcionario que marca los tiempos de las estrategias comunicacionales.

¿Pero perdió el optimismo el Gobierno? Para nada. Todos los funcionarios repiten como un mantra que los próximos dos trimestres van a ser negativos, pero que para 2019 la situación se va a normalizar.

La lógica que impera es que poner énfasis en el “bajón económico” es posible porque esperan que la situación se reacomode. Esta postura difiere así con la postura tomada en 2016, donde cada número negativo que mostraban las estadísticas se buscaba minimizarlo y se apelaba constantemente al “segundo semestre”.

“El 2016 fue mucho peor”, reconoce uno de los hombres que planea la comunicación. El mensaje, sin embargo, muestra otra cosa.

Cercanía. Lo que no cambió es la idea macrista de mostrarse cerca de la gente. “El Gobierno necesita dejar más cerca a sus votantes”, analiza uno de los encuestadores que trabaja para el Gobierno mientras recita las dificultades que reflejan los números.

“Tenemos que tener mucha cercanía desde lo discursivo”, expresan desde la Casa Rosada. ¿A quién le está hablando el Gobierno? “Al desencantado, al que está en el medio”, explica otro funcionario. A eso apuntó la conferencia de prensa de Macri (que además de reconocer la crisis tuvo el objetivo de transmitir calma y evitar comparaciones con otros eventos del pasado) y su entrevista por Instagram.

También por eso volvieron los timbreos. Y el secretario de Voluntariado del PRO, Federico Morales, dejó en claro el objetivo en redes sociales: “Recuerden que la conexión con la gente es emocional. Vamos a pasar de la crítica al entendimiento en poco tiempo. No buscamos tener razón, buscamos escuchar y acompañar”.

Internas por el clima
El viernes, cerca de las 20 horas, desde China, el hombre encargado de los timbreos a nivel nacional, decidió suspender el timbreo “por la lluvia”. Federico Morales, secretario de voluntariado del PRO, tomó la decisión sin consultar en la Provincia, y les pidió a sus asesores que lo comuniquen a funcionarios y diputados nacionales.

Rápidamente, el jefe de Gabinete bonaerense, Federico Salvai, llamó a su par nacional, Marcos Peña: todo estaba armado para salir a timbrear, incluida la gobernadora María Eugenia Vidal. Llueva o no. Peña asintió al planteo y finalmente el timbreo se realizó, aunque muchos se terminaron bajando ante los ideas y vueltas.

Sin embargo, la bronca, y el desconcierto, reinaron durante un par de horas entre los hombres que debían organizar la movida política que terminó con la gobernadora en Magdalena y el jefe de Gabinete en San Martín. Las diferencias entre Nación y Provincia acaso tengan un anclaje: para el vidalismo es importante salir a la calle. Dar la cara, lo resumían en La Plata, ante el escándalo de los aportantes truchos y 15 días difíciles para los funcionarios que trabajan con Vidal. “Es difícil tener ese termómetro desde Asia”, bromeaba ayer un asesor bonaerense.