El área de prevención de lavado de dinero del Banco de Santa Cruz recibió tres alertas sobre Hotesur, la empresa hotelera de la familia Kirchner, ya que se detectaron movimientos supuestamente sospechosos de dinero en la cuenta bancaria de la compañía. Sin embargo, la entidad bancaria decidió no reportarlas a la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo antilavado. Así surge del expediente judicial al que accedió PERFIL y en el que se investigan supuestas irregularidades administrativas y presunto lavado de dinero en la firma presidencial.
La banca no sólo les perdonó a los Kirchner haber realizado movimientos sospechosos de dinero y cheques, sino que además tomó las medidas necesarias para proteger a su cliente y evitar que volvieran a dispararse alertas sobre sus manejos financieros. Pero, a pesar de la buena voluntad del Banco de Santa Cruz, Hotesur siguió realizando manejos inusuales de fondos y la banca tuvo que modificar el perfil de su cliente para que no volvieran a saltar las alertas. Tampoco sirvió.
El juez Claudio Bonadio citó a una de las autoridades del banco a declarar en diciembre, antes de que lo desplazaran como juez de la causa. El magistrado citó a una autoridad del Banco Santa Cruz, cuyo nombre este diario se reserva. Las áreas de prevención de lavado de activos de los bancos reciben alertas cuando sus clientes tienen movimientos sospechosos de fondos en sus cuentas bancarias. Por ejemplo, si su saldo habitual no supera nunca una determinada suma y de repente recibe fondos que multiplican esa cifra.
El bancario admitió que la entidad recibió una primera alerta en septiembre de 2012. La entidad requirió “información adicional” a la empresa de la familia Kirchner para que justificaran ese movimiento inusual de fondos. La compañía presentó declaración de IVA y sus estados contables, y para el banco se encuadraban “dentro de la normalidad”. Así, decidió no reportarlo. Pero Hotesur comenzó a manejar cada vez más dinero. La segunda alerta fue en enero de 2013; el banco volvió a pedir información a la empresa y “se ajustó el perfil” del cliente para que siguiera operando con más fondos.
En marzo de 2014, “un cúmulo de transferencias y cheques que superaban el perfil del cliente”, ya actualizado, volvió a activar una nueva alerta de operación sospechosa. “Se presentaron los estados contables a octubre de 2013 y se consideró que las operaciones eran normales dentro de la información recibida”. Por eso, dijo el testigo, se desestimaron las alertas y nunca se avisó a la UIF.