Entre los últimos correos electrónicos que recibió de dirigentes políticos, hay uno que sobresale en la casilla oficial del secretario General del PRO, el larretista Eduardo Macchiavelli. Se trata de un detallado paper elaborado por Carlos Grosso, denominado “Elementos constitutivos de un proyecto político”, una suerte de mapa para el armado partidario. La primera versión del documento, que viene recorriendo despachos y oficinas, fue enviado en julio y forma parte del núcleo de influencia que el ex intendente porteño del menemismo sigue ejerciendo en la oposición. El “monje negro” del PRO.
A pesar de sus negocios, en particular la exportación de alfalfa a los países árabes – Emiratos Árabes Unidos es su especialidad -, Grosso sigue siendo un hombre de consulta para Horacio Rodríguez Larreta, para intendentes del conurbano y para funcionarios porteños. Es más: viene promoviendo la idea de que Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Larreta y los distintos espacios del PRO jueguen de forma coordinada.
Incluso acuñó la metáfora de las “coquitas” y las “chocolinas”. El ex intendente sostiene que el espacio opositor tiene que ser como “un paquete de galletitas”, donde se puede elegir para todos los consumidores. Duros y moderados. Halcones y palomas. Cree que enriquece, genera diversidad. Esta máxima ya Larreta la tomó como propia. También Vidal y hasta Macri y Patricia Bullrich.
El informe Grosso
En ese marco, el dossier, al que tuvo acceso PERFIL, consta de apenas cinco páginas y está escrito con viñetas y en mayúsculas. Allí, se muestran los disparadores del armado político, de manera conceptual, y hasta pone plazos para el desarrollo partidario.
La primera parte recorre la constitución del partido en diez puntos: entre ellos “un paquete de ideas fuerza”, un “análisis del contexto”, “metas del proyecto” y un “esquema de reclutamiento permanente”. También un “esquema de organización territorial” y agrega: “presuntos dirigentes anónimos para la gente y presentes solo ante su cúpula, abstenerse”. El punto diez: “una clara conciencia de los otros proyectos” y añade “las negras también juegan”, propone Grosso.
El segundo eje es el plan Operativo 2020-2021, que supuso entre agosto y noviembre de este año, como etapa de preparación y “puesta a punto” (punto A). Allí pide revisar el estado legal del PRO en cada provincia, un mapa de poblaciones “significativas electoralmente” y una revisión de los actores distrito por distrito. Además, la “actualización del estado de los afiliados provincia por provincia”. En este sentido, Macchiavelli ya venía trabajando en un colorido Power Point donde se actualizaba cuántos afiliados al PRO hay en cada provincia.
Otro eje es la red de voluntarios: “depuración de su padrón y retoma de un plan de información permanente”, escribe Grosso. Finalmente, propone un plan de recorridas y encuestas masivas a referentes locales.
En el punto B, entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, se desarrolla la “Etapa de relanzamiento proselitista de verano”. En esta parte del dossier, Grosso incluye la “difusión de un estado actualizado de interpretación de la realidad nacional e internacional. Y pide “organizar un periódico esquema informativo a la estructura partidaria.
El segundo punto propone la “revitalización en las redes, territorial y virtual, de objetivos para 2021 y nuevos lemas”. El tercer eje es la “instalación pública intensa de referentes y precandidatos para poder evaluar científicamente (encuestas) la profundidad de cada una”. Finalmente, el cuarto punto: un plan nacional de “encuestas y focus group”.
En la etapa C propone la “preparación de la campaña electoral” entre marzo y julio de 2021 y la etapa electoral propiamente dicha entre agosto y octubre del año que viene.
Grosso, el larretista
La metodología de Grosso, desde años ya, es el intercambio de mails. Solía mandarle algunas ideas de forma semanal a Macri cuando era presidente – se conocen desde los ochenta cuando Franco Macri lo ungió como joven intelectual peronista –. La pandemia incrementó esa manera de acercarse al poder. Su mujer, la periodista del Canal de la Ciudad, Karina Alonso Piñeyro, prácticamente no lo deja salir por ser persona de riesgo a los 77 años. Por ello, también empezó a recurrir al Zoom.
Ahora empezó en su rol de armador, a distancia, de Larreta. Entre otras cuestiones, entre sus íntimos, el ex intendente cree que Larreta “tiene que salir” del lugar de ser “un buena administrador” de la Ciudad. Afirma que tiene que sumar “empatía” y “carisma”. Por ello, piensa que aún no es el líder natural del espacio. Es más: es muy crítico del equipo de ministros larretistas, piensa que no tienen “volumen político”, y que, salvo Diego Santilli y Fernán Quirós, no hay voceros potables en el Gobierno porteño. A pesar de ello, lo ve como un dirigente “abierto y receptivo”. Y cree que, a mediano plazo, será la alternativa número uno. El jefe de gobierno porteño tiene una relación: lo escucha cada tanto. Con él suele darle un poco de historia política, de los ochenta a hoy, y un marco de relaciones.
Pero, al no tener un estratega claro, Grosso argumenta que Marcos Peña, uno de sus hijos políticos dilectos, terminará ocupando un espacio clave en la campaña 2021 para Larreta. De hecho, fue uno de los puentes principales que los acercó este año. Sigue hablando con el ex jefe de gabinete y hoy tiene en Francisco Quintana, vicepresidente del Consejo de la Magistratura porteño y quien fuera secretario del PRO, una de las grandes promesas del partido.
Sobre Macri: también siguen en contacto pero lo ve “radicalizado” y piensa que tiene que ser más autocrítico. Recuerda que el entonces presidente acudía a él cuando se le “frustraban” sus planes. Su único “enemigo” es Emilio Monzó. A pesar de que almorzaron hace ya un año, nunca pudieron reconciliarse.
Grosso al poder
Su influencia empezó a crecer cuando Macri llegó a la Ciudad. Ya en 2016 fue parte de una mesa de pensamiento que se reunía los lunes y comenzó a elegir dirigentes para el Gobierno nacional. Segundas y terceras líneas lo visitaron asiduamente y hasta hoy siguen teniendo contacto con él. Hasta el ex ministro de Producción macrista, Francisco “Pancho” Cabrera lo escuchó dar consejos. No tomó nota.
Originalmente recibía en San Martín 66, con su histórica secretaria (Alicia) y luego se mudó a Puerto Madero en unas coquetas oficinas en un primer piso a la vuelta del Hotel Madero, el mismo que utiliza Macchiavelli para sus almuerzos. Compartió esa oficina con el arquitecto Raúl Kalinsky, con quien se peleó de mala manera. Kalinsky fue secretario de Obras y Servicios Públicos de la Ciudad y en 1989 impulsó la creación del Puerto Madero que se conoce hoy. Los negocios llegaron hasta Salta pero la pelea detonó el vínculo. Hoy vive frente al Hilton pero sale con poca frecuencia pero mucha de su gente está deambulando por el organigrama porteño.
Un caso emblemático:Gabriel Salas, quien hasta el 2015 revistaba para el Frente de Todos como un kirchnerista más y cuando ganó Larreta fue nombrado en la UGIS, el organismo de emergencia en villas. Rápido de reflejos, Salas se reconvirtió: hoy es el principal armador en los barrios vulnerables de la ministra María Migliore. De hecho, el cambio de ministra – de Guadalupe Tagliaferri, quien se fue al Senado, a la joven Migliore - no afectó la influencia de Salas, quien conservó la UGIS con su delfín Martin Gospedini y hoy sigue siendo mano derecha de Migliore, en una situación confusa: no tiene cargo en el ministerio ni es empleado del mismo, es planta permanente de la Legislatura porteña.
ES/MC