“Esta semana fui al recinto con red, el Presidente sabía lo que podía pasar, por eso estuve aliviado durante la sesión”. Emilio Monzó volvió a estar en el centro de la escena: tras sus críticas al Gobierno, la sesión en la que el PJ se unió para modificar Ganancias lo depositaron nuevamente como un personaje clave.
Aunque asegura vivir con prudencia su alta exposición en los medios, no abandona su estilo frontal, directo. Su gran auditora – y asesora – es su mujer, Karen Sánchez, abogada y madre de sus cinco hijos. Ella lee cuidadosamente los artículos políticos: hasta un día se lesionó un pie tras enojarse por ciertas imprecisiones en un diario nacional sobre su marido.
El comienzo de semana fue un vendaval. El lunes, en la mesa de Coordinación en Casa Rosada, le advirtió al Presidente sobre Ganancias: “Mirá que esto puede terminar con el peronismo unido”. Acordaron que pelearían por el proyecto oficialista para no desfinanciar al Estado y que una eventual derrota política no era muy perjudicial. La evaluación que realizaron en ese momento fue que habría diferentes proyectos y la sesión se caería. No pensaron que Sergio Massa se animaría a cerrar un acuerdo con el kirchnerismo.
“Al hacerlo, mejor todavía para nosotros. Para Sergio es difícil de explicar, sobre todo en el electorado que pelea con nosotros, su foto con el Frente para la Victoria”, le dijo a su grupo más íntimo. El que se reunió con él ese mismo lunes a almorzar. Allí se sientan Marcelo Daletto (legislador provincial), Sebastián García de Luca (viceministro del Interior y clave con gobernadores e intendentes), los diputados Nicolás Massot y Silvia Lospenatto, y Guillermo Bardón, secretario General de Diputados. Suelen almorzar una vez por semana en el primer piso del Congreso, donde el pescado y el pollo se sirven en una mesa redonda junto a su despacho.
Al otro día lo esperaba la sesión de Ganancias. Se prepararon para un debate que no existió. Se quedaron hasta pasadas las dos de la mañana evaluando las consecuencias.
El miércoles se juntó con los “monzonistas” para comenzar a despedir el año legislativo. Salvo que vuelva Ganancias del Senado, no habrá más sesiones. Ese día habló por teléfono con Macri, quien estaba en Mendoza. Lo sintió enojado pero con la mira puesta en criticar al peronismo.
El jueves se relajó: se tomó el fin de semana largo en una casa en Luján donde intentó despejarse con su familia. Pero nunca apagó su celular.
“Es tremendo. Esperé y en algún momento sabía que podía venir un contraataque”, evaluó en su intimidad cuando leyó el sábado por la mañana que desde el propio Gobierno lo acusaban de aspirar a quedar como presidente y su presunta apetencia de ser gobernador bonaerense. Bromeó con que ahora era “traidor” pero a la vez pensó y repensó de dónde podía provenir semejante versión. Tenía PERFIL en su mano. El mismo diario que lo había catapultado a la TV y la radio por sus críticas al Gobierno.