“Si estuviera a cargo de la investigación y pudiera contar con recursos de inteligencia de otros países”, buscaría “en todos los self storage (espacio de almacenamiento) a nombre de argentinos en los Estados Unidos, principalmente en Florida, Colorado, New Jersey y California”. Con esa frase, Víctor Manzanares se refirió en su declaración a la posible ubicación del dinero que circuló en torno de su amigo, el fallecido ex secretario de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz. Manzanares dio detalles de movimientos de bolsos y valijas con efectivo, de los lugares de guardado y también de las transacciones. A lo largo de sus tres presentaciones como arrepentido se explayó, se quebró y sumó información que por estas horas es considerada clave.
En cuanto a estimaciones, Manzanares consideró que “entre Carolina Pochetti (viuda de Muñoz y arrepentida en el caso de los cuadernos de las coimas) y Carlos Cortez (otro de los involucrados en el caso) tienen que haber escondido un físico aproximado de 200 millones de dólares”. A lo que agregó el dato que sumó espectacularidad al caso: “Creo que por la tranquilidad que algunos pueden mostrar en prisión, el plan es esperar unos años y luego salir a disfrutar, como lo hemos visto en tantas películas de Hollywood de este tipo”. Fue entonces cuando habló de los self storage a nombre de argentinos en los Estados Unidos.
Según explicó su abogado, esa información la conocía porque se lo contó uno de los involucrados. Pero no quiso dar precisiones para no entorpecer la investigación.
Por otro lado, habló de los primeros momentos en que tuvo acceso al dinero vinculado a Muñoz, que fue cuando este aún vivía. Sostuvo que Muñoz “le pidió encontrarse”. “Cuando llegó a ese lugar, él estaba ya estacionado con Roberto Sosa, quien también había sido secretario de [Néstor] Kirchner. Me pide si le puedo guardar por unos días unos bolsos y mochilas, por razones de seguridad. Según me refiere, en el lugar donde estaban guardados esos bolsos alguien había ingresado a robar y por ese motivo me pide que los guarde en un lugar seguro”, relató. Sostuvo que luego empezaron “a traspasar los bolsos y mochilas a mi camioneta. Eran aproximadamente unos 15 o 20 bolsos y mochilas. Yo ingenuamente le pregunto qué es, aunque suponía de qué se trataba, y él me responde ‘plata, Polo… ¿qué va a ser?’. Yo quedé asombrado y él me preguntó si quería trabajar con él. Ese trabajo al que me estaba ofreciendo ingresar, que me di cuenta de que era ilícito, me tentó. Le dije que si podía pensarlo y él me respondió ‘el tren pasa una sola vez’. Cargué los bolsos y me los llevé a mi casa en un momento en que no había nadie (...)”.
Luego, describió que allí “había entre 20 y 30 millones de dólares en total”. Aclaró que eran billetes de dólares y euros. “Hay cuestiones en la vida que son obvias para un contador. Sabía que podía estar lavando dinero, pero al día siguiente le contesté que sí, que quería el trabajo”. El jueves el juez Claudio Bonadio lo aceptó como arrepentido.