El modelo económico de los Kirchner ya venía con fuertes presiones inflacionarias, disimuladas burdamente con la intervención del Indec, y los cortes de rutas del campo las blanquearon y aceleraron. Las entidades de consumidores hablan de una suba promedio del 20 por ciento, con picos como el aceite de girasol, cuyo precio aumentó más del 50 por ciento desde el 11 de marzo, cuando estalló el conflicto por el cambio unilateral del esquema de retenciones.
Los datos de las entidades de consumidores son fácilmente comprobables por cualquiera que frecuente un almacén o un supermercado y responden a una lógica impecable: los cortes de rutas obstaculizan el flujo de la oferta de alimentos y, como la demanda de los consumidores se mantiene inalterable, los precios suben. Ahora, tendrían que ceder pero ya se sabe que los precios, una vez que suben, tienden a no bajar. En consecuencia, los consumidores, esa enorme mayoría silenciosa, han sido los principales perjudicados del conflicto, al menos en este tema.
Es decir que los cortes de rutas son ilegales, autoritarios y también inflacionarios. Un acuerdo sobre las retenciones debería incluir una limitación efectiva de los cortes, aunque es difícil que esto suceda. Por un lado, el gobierno, que ahora tanto se queja, apoyó hasta hace poco esta metodología. Basta recordar lo que sucedía en Gualeguaychú con los cortes contra la pastera Botnia: eran respaldados por los Kirchner y encabezados por Alfredo De Angeli, convertido ahora en un mediático ruralista opositor.
Es difícil que los Kirchner accedan a limitar los cortes de rutas, una metodología a la cual varios de sus aliados se han vuelto adictos. Sucede lo mismo que con los escraches: son avalados desde el gobierno mientras lo practican los amigos, pero se convierten en "nazis" cuando los utilizan los adversarios.
Por el otro lado, los ruralistas saben que los cortes están prohibidos por la ley y que podrían ser incluso detenidos por la Justicia. Pero, como el propio De Angeli dijo al diario Perfil hace dos domingos, ellos utilizan este método porque es efectivo, porque les sirve para atraer a las cámaras de TV y dar a conocer a todos cuáles son sus reclamos. Además, es difícil que algún juez se anime a detenerlos porque eso sería leído por la mayoría de la opinión pública como una represión al derecho de manifestar.
En esto se parecen los Kirchner a De Angeli: los fines justifican los medios, como se le atribuye a Maquiavelo.
*Editor del diario Perfil.