Mientras la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunciaba su discurso para la apertura del 129º período de sesiones legislativas, legisladores y celebridades se agolpaban entre las bancas, los palcos y los pasillos del Congreso.
El diputado progresista y porteño Miguel Bonasso, por ejemplo, estaba sentado junto al polémico salteño Alfredo Olmedo, que lucía su característica campera amarilla. No cruzaron mirada. Lo mismo ocurría entre el senador Ernesto Sanz y su rival en la interna del radicalismo, Ricardo Alfonsín, ubicado a tres lugares de distancia. El hijo del ex presidente fue recibido por una bandera que decía "Alfonsín, traidor del campo".
Cerca de ellos, Fernando "Pino" Solanas, diputado porteño de Proyecto Sur, llegó 20 minutos tarde con un llamativo saco blanco. No se sacó las gafas, quedó de pie y se retiró antes de que Cristina termine de hablar. El último en llegar fue el bonaerense Adrián Pérez, de la Coalición Cívica.
También hubo lugar para la militancia: Omar Viviani, titular del gremio de taxistas, estaba en un balcón junto a Luis D'Elía, lider de la Federación Tierra y Vivienda que acompañaba el acto desde la plaza del Congreso con el resto de las organizaciones kirchneristas.
Entre los ministros se pudo ver al jefe de Gabinete Aníbal Fernández, muy sonriente con el canciller Héctor Timerman. La de Seguridad, Nilda Garré, fue la última en llegar. Carlos Tomada, Amado Boudou y Alicia Kirchner aplaudían juntos en un pasillo.
La polémica diputada chaqueña Sandra Mendoza atendía el discurso de Cristina con cara seria. María José Lubertino, ex titular del INADI y actual diputada lucía un traje blanco con rayitas negras. Su sucesor en el INADI, Claudio Morgado, quedó parado del lado de los periodistas.
La hija de la mandataria, Florencia Kirchner, estuvo ubicada en un palco junto a su tía y su abuela. Cuando la multitud comenzó a cantar "Néstor no se murió", se puso de pie y aplaudió.
