Hay dos cosas, dicen quienes la conocen, que le provocan una iracundia feroz a Mauricio Macri: las críticas de los medios y que lo vinculen con Néstor Kirchner. Cuando ambas se combinan forman un cóctel demoledor que llena de cólera al jefe de Gobierno porteño, y que hasta lo obliga a dar marcha atrás, aunque esa reversa implique una pérdida millonaria.
Fue lo que sucedió en los últimos días con la polémica desatada en torno a las tragamonedas del Hipódromo de Ciudad de Buenos Aires, un jugoso negocio controlado por Cristóbal López, el rey del juego en la Argentina con vinculación directa a Kirchner.
El convenio con el Macri dio marcha atrás es claro: avalaba el decreto que el ex presidente le regaló a López el 5 de diciembre del 2007 y que prorroga hasta el 2032 la explotación de las tragamonedas, autorizaba a elevar el número de dichas máquinas de 3.000 a 4.500 y ampliaba la porción de la recaudación que le corresponde a la Ciudad del 24 a 50%.
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