POLITICA

Los Yabrán reaparecieron en Punta

Se radicaron en Montevideo y viven rodeados por su custodia. Galería de fotos

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| Diego Gonzlez.

Punta del Este ya no era el lugar elegido, sin embargo, la familia de Alfredo Yabrán, el suicidado empresario postal, volvió a la costa esteña. Instalados en Montevideo, Pablo y Melina, hijos de Yabrán, junto a su madre, María Cristina Pérez, eligieron la fastuosa residencia familiar, sobre la costa de Punta Ballena, a minutos del centro neurálgico del balneario uruguayo.

Hoy se cumplen 13 años del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, crimen instigado por el empresario que decidió quitarse la vida en mayo de 1998, cuando su situación judicial comenzaba a complicarse.

Mis amores, se llama el chalet con vista al mar, a pocos pasos de la playa. A mediados de la semana, Pérez se dejó ver, bajó a la playa, tomó algo de sol. Pero esa escena no se volvió a repetir. El jueves, quien aprovechó el excelente día fue el esposo de Melina Yabrán con su pequeño hijo, con quien se metió al mar y jugó en las olas.

Antes de ayer, la casa apenas tuvo movimiento. Con custodios en todas las puertas y sobre la playa, Mis amores quedó vacía. Sólo se pudo ver a personal de maestranza realizando algunos arreglos y recién cerca del mediodía se abrieron las persianas, pero nadie salió.

Desde finales de los noventa, los Yabrán, herederos del imperio que fundó su padre están radicados en Montevideo. Desde la capital uruguaya controlan todos los negocios que aún hoy mantienen en Argentina.

Según publicó la revista Noticias, Pablo, el mayor de los hijos, vive en el exclusivo barrio de Manantiales de carrasco junto a su esposa, María Paula Traverso, hija del corredor de autos. En esa zona y desde hace algunos años, también instaló su mansión su madre.

Pablo y Mariano Yabrán son los encargados de manejar las empresas de la familia, que en Buenos Aires tienen su sede en las históricas oficinas de Viamonte 352.

Sólo basta con acercarse a pocos metros de la casa de Punta Ballena para que los custodios se pongan nerviosos. Preguntan, exigen y piden que uno se aleje de la zona. Desde la residencia se mantiene hermetismo, pero el apellido Yabrán resuena con fuerza. Nadie lo admite. El personal de seguridad no quiere asegurar para quiénes trabajan. Parece que aún hoy ese apellido todavía causa escozor.

Fuente: Diario PERFIL.

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